Por Carlos Tórtora para el Informador Público
La transformación del mapa político a partir y por la muerte de Kirchner, hace que Eduardo Duhalde y Mauricio Macri estén hoy disputándose la conducción de la tercera fuerza. El jefe de gobierno porteño, que acaba de oficializar en su boda su reconciliación con Francisco de Narváez, sigue dudando acerca de si debe replegarse a un esquema conservador y buscar su reelección o mantener viva hasta último momento su candidatura presidencial. De algunas cosas sí estaría seguro: no puede darse el lujo de perder el gobierno de la Ciudad a manos de la oposición no sólo porque perdería su sustento para seguir en carrera para el 2015. También correría el riesgo de enfrentar desde el llano los múltiples cuestionamientos judiciales que acumula su gestión. Y tampoco está dispuesto a dejar como su sucesora a Gabriela Michetti, que ya no goza de su plena confianza. La posibilidad de negociar con Proyecto Sur, la Coalición Cívica y el kirchnerismo una ley que unifique la fecha de las elecciones nacionales entusiasma a Macri, porque podría colocar a su mano derecha Horacio Rodríguez Larreta como candidato a jefe de gobierno y arrastrar los votos siendo el candidato a presidente. Pero si solo buscara la reelección le convendría, en cambio, que los comicios fueran separados. Por ejemplo, adelantar la fecha -ya amenaza con hacerlo para febrero- asegurarse cuatro años más y después decidir a quién apoya para presidente. La actual crisis del Peronismo Federal desatada por el alejamiento de Carlos Reutemann le hace pensar a Macri que puede ser el candidato extrapartidario de los peronistas anti K y hasta llegar así al ballotage. Ramón Puerta es su principal aliado peronista en este proyecto.
El otro jugador
El caso es que entre los votos peronistas y Macri se interpone Eduardo Duhalde, resuelto a ser el receptor de ese capital electoral. Para esto hizo reserva de su candidatura y planea el 13 del mes que viene un relanzamiento en Parque Norte. La propuesta de Duhalde es inversa a la de Macri. Es decir, que este ponga a disposición del duhaldismo la estructura del PRO en todo el país y sea el candidato a Jefe de Gobierno de los disidentes. El gurú macrista Jaime Durán Barba, ideólogo de la nueva política, le aseguraría a Macri que su foto firmando una alianza con Duhalde le haría perder buena parte de los votos juveniles e independientes, postura que coincide con la de De Narváez. En otras palabras, el jefe del PRO desearía que Duhalde dé un paso al costado y que los disidentes queden representados por Felipe Solá y otras figuras más compatibles con la nueva política. En el corazón del duhaldismo se escuchan tambores de guerra. “Si Mauricio no negocia, antes de fin de año lanzamos la candidatura de Martín Redrado a jefe de gobierno y hasta se puede quedar sin reelección”, es una de las amenazas que se escuchan.
Para el kirchnerismo, la división del voto de centroderecha entre Duhalde y Macri sería un panorama idílico, porque ambos quedarían reducidos a la irrelevancia electoral. Tan idílico es que, en la práctica, resulta imposible. Macri, sólo con el electorado del PRO, no apostará a la presidencia y Duhalde sabe que su chance de armar su candidatura en todo el país depende de un acontecimiento incierto: que estalle la crisis en el kirchnerismo y algunos gobernadores se fuguen de Olivos. O que CFK se derrumbe en las encuestas y Scioli sea la estrella peronista, convocando a la unidad y negociando con el duhaldismo la integración de las listas. Pero como estas alternativas no dependen de Duhalde ni de Macri, la puja entre éstos sigue trabada. El lomense acaba de pactar un acuerdo con Mario Das Neves y Alberto Rodríguez Saá para mantener la posibilidad de que el Peronismo Federal pueda realizar una interna abierta propia. Aunque todos los días llegan rumores acerca de que la reforma política no se aplicará y que finalmente no habrá primarias.
Qué está en juego
La actual pulseada entre Duhalde y Macri apunta a un escenario de máxima y otro de mínima. En el primero, el que se quede con la candidatura presidencial podría desplazar a la UCR del segundo lugar y medirse con CFK en la segunda vuelta. Algo que hoy parece poco probable, aunque para algunos encuestadores un polo que conjugue a la centroderecha y el Peronismo Federal podría arrimar al 30 por ciento de los votos. En el escenario B, Macri o Duhalde saldrían terceros. Tendrían entonces la oportunidad de negociar un acuerdo con la UCR para apoyar al candidato radical en la segunda vuelta y liquidar así una década de kirchnerismo. Este acuerdo podría extenderse a la posterior gobernabilidad y hasta a un gabinete de coalición para enfrentar las turbulencias de la herencia K. Con un rol tan significativo por delante, aun ser tercero puede resultar bastante significativo.
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