sábado, 25 de diciembre de 2010

MENSAJE NAVIDEÑO DEL ADMINISTRADOR APOSTOLICO DE MAR DEL PLATA JUAN ALBERTO PUIGGARI

Queridos hermanos:
La Encarnación Redentora del Hijo de Dios, es un acontecimiento único y trascendente que hace irrumpir en el orden natural un principio nuevo e inaudito de «vida». “Concebirás y darás a luz un hijo” (Lc 1, 31) son las palabras del ángel Gabriel a la Virgen María que dan comienzo a una etapa nueva en la historia de la vida.
La grandeza de la dignidad humana se pone de manifiesto de un modo incomparable, puesto que el mismo Hijo de Dios, asume un rostro humano, una naturaleza humana.
El Evangelista Juan nos transmite una expresión de Jesucristo que nos ayuda a comprender el misterio de su venida y la buena noticia de su presencia entre nosotros: “He venido para que tengan vida y la tengan en abundancia” (Cf. Jn 10,10).
La presencia del Hijo de Dios en nuestra carne no viene a hacer violencia, ni a aniquilar lo humano sino a introducirnos en un horizonte de eternidad.
Celebremos con fe y esperanza la Navidad; es el comienzo de una Vida Nueva, es la certeza de que Dios no abandona al hombre, Él viene a su encuentro en Jesucristo para ser su camino y hacerlo partícipe de su misma Vida. Contemplemos al Niño de Belén que nace en una profunda humildad y ofrezcámosle un corazón bien dispuesto
para que Él nazca también en nuestro interior, en nuestras familias, para que anunciemos con firmeza y amor a todos los hombres de nuestro tiempo el mensaje de vida, de amor y de paz que se manifiesta de modo concreto en la persona y la vida de Jesucristo.
Les pido a todos y especialmente a los jóvenes que escuchen con entusiasmo la buena noticia que anuncia Jesús: ¡Celebren la vida asumiendo compromisos concretos en la familia, en la escuela, en la universidad, en el trabajo! ¡Expresen el cuidado y el amor por la vida humana!.
Que el Niño Dios recostado en el pesebre nos muestre una vez más Su Amor y nos colme con su paz.
Les deseo, con todo mi afecto, una feliz Navidad y un nuevo año lleno de Su Gracia.

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