Escribe Eduardo Cao
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No se militarizó, como hizo Lula en las favelas de Río de Janeiro, pero se estuvo muy cerca: Gendarmería y Prefectura, con el aporte sólo vigilante de las policías Federal y Metropolitana, tendieron un cerco al ocupado Parque Indoamericano de la Ciudad de Buenos Aires. Claro que la medida fue adoptada después de cuatro muertes. El tiempo y la falta de memoria que nos caracteriza, hará de las suyas otra vez. Serán unos días, quizá un mes. No más. Hasta el reclamo de viviendas dignas de los que invadieron el predio, caerá en el olvido. Cambios para que nada cambie, como en la creación de di Lampedusa. Pido permiso para el escepticismo."Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie".
"¿Y ahora qué sucederá? ¡Bah! Tratativas pespunteadas de tiroteos inocuos, y, después, todo será igual pese a que todo habrá cambiado".
"…una de esas batallas que se libran para que todo siga como está".
(Giuseppe Tomasi di Lampedusa (1896-1957) en El Gatopardo, protagonizada por Burt Lancaster, Alain Delon y Claudia Cardinali)
Los muertos en Villa Soldati lo fueron porque Mauricio Macri es “xenófobo”, la Presidenta dixit, palabras más, palabras menos. La inseguridad es “una sensación” que se abate sobre los argentinos, según CFK. Que el Gobierno se ocupa (no confundir con “okupa”) de la seguridad lo demuestra (???) la designación de Nilda Garré el frente del ministerio creado de apuro. Garré dejó así Defensa y Julio Alak, por ahora, sólo por ahora, quedaría con la exclusiva titularidad de Justicia y Derechos Humanos. Su renuncia se daba como un hecho, sobre todo después de las críticas presidenciales al accionar de la Federal en el Parque Indoamericano.
RECUERDOS CAPRICHOSOS
En sintonía, el hablador Aníbal, culpó a Eduardo Duhalde de pretender instalar la “derechosa mano dura”. El ex presidente estaba, al mismo tiempo en que se producían los sangrientos episodios del Parque Indoameicano, en Harvard, dictando una conferencia sobre la realidad argentina. Sí, el mismo Duhalde señalado casi como “cerebro” del asesinato de Mariano Ferreyra a manos armadas de una patota sindical. ¿Alguno recuerda las primeras informaciones sobre el crimen? Se señalaba, con inflamados discursos oficialistas en horas posteriores a la muerte del militante del PO, que un barrabrava de Bánfield había desempeñado el rol de protagonista en el homicidio. Cuando se dice Bánfield en fútbol, no se puede eludir que Eduardo Alberto Duhalde es uno de sus caracterizados seguidores. Acusación transitiva. Resultó que sí había preferencias futbolísticas de los atacantes, pero pasaban por Avellaneda y Florencio Varela.
Otro recuerdo, en un repaso de la memoria: la fatal represión en Formosa a manifestantes tobas que reclamaban tierras que les pertenecían antes de que Argentina fuera Argentina. Formosa es gobernada por un declarado kirchnerista, Gildo Insfran. De esto no se habla –como tampoco se dijo nada de similares episodios de violencia contra comunidades aborígenes en otras provincias noerteñas-, más bien se esconde bajo la alfombra del poder.
Todo el mundo vio por televisión, en los sucesos de Villa Soldati, a un hombre, con el torso descubierto y pantalón de gimnasia con los colores de Huracán, accionando un arma contra quienes intentaban aposentarse en el Parque Indoamericano. Su abogado dice que no disparó; simplemente la usó como “método de disuasión”. Pero eso no es lo importante: lo prioritario es si trabaja para la Obra Social de la Jefatura de Gobierno de la CABA o no, y si el padre del de la cruda imagen televisiva alguna vez desempeñó tareas en el club Boca Juniors que presidía Macri. De dónde sacó el arma y cómo fue al Mundial de Sudáfrica con la oficialista “Hinchadas Unidas Argentinas”, es harina de otro costal en la masa que se elabora, con exceso de levadura, en los despachos de Balcarce 50 y en Avenida de Mayo 525.
En la Policía Federal, separaron a cinco efectivos que cumplieron órdenes judiciales de desalojar el predio ocupado por familias indigentes, la mayor parte proveniente de países vecinos. Esto, a pesar de que las pericias balísticas comprobaron que ni hubo solo de los cuatro muertos recibió disparos de las armas policiales. Provinieron los tiros de otros revólveres y pistolas, similares en su ilegalidad a las que utilizan con desesperante frecuencia los delincuentes que roban, asaltan… y asesinan.
MEZQUINDAD AL FRENTE
Si Mauricio Macri es responsable por su cargo, sus promesas incumplidas y sus palabras no siempre ubicadas, el Gobierno nacional no puede eludir las culpas, ni siquiera, como pretendió CFK apelando al remanido argumento de la desestabilización a partir de su reciente viudez: “Tengo mucho dolor en el alma, pero afortunadamente no me obstruye las neuronas… cuando veo determinadas cuestiones en fechas tan claves como este día (NdR: Internacional de los Derechos Humanos). No soy tan ingenua como para pensar que las cosas suceden por casualidad. Mi obligación es llevar paz y tranquilidad, sin palabras ofensivas, sin incitar a la violencia”. Volvió el discurso admonitorio, el de las etiquetas, el de agitar fantasmas, el de comparaciones odiosas como la de nuestros abuelos, a fines del siglo XIX y principios del XX, con los de la globalización. El abuelo sardeñol se revuelve en su tumba. Y no está solo en su pena.
Un muro de contención uniformada se levantó en el Parque Indoamericano. Gendarmería y Prefectura vigilan el lugar, luego de reuniones al más alto nivel que dejaron, en la población que observa atónita, la sensación de fracaso. El Jefe de Gabinete aseguró que Macri se retiró tanto del primero como del segundo conclave citados por CFK ante el cariz inexplicable de la situación. Incluso, el propio Aníbal Fernández cargó contra el jefe de Gobierno porteño al decir que la seguridad en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires corre por cuenta de la policía metropolitana. Lo que no mencionó fue que desde la Casa Rosada negaron y niegan no sólo el traspaso de jurisdicción a la Policía Federal, sino los fondos necesarios para el funcionamiento de la Metropolitana.
Lo cierto es que funcionarios de los dos Estados se sentaron a la misma mesa, acuciados por los acontecimientos, que podían haberse evitado. Sucedió después de las muertes, después de la guerra en la que los bandos no pueden negar intereses espurios en medio de justos reclamos. Ya saldrán a la luz. Roguemos que no sea tarde.
¡Qué se le va a hacer! Estamos en la Argentina, el país de las contradicciones, de la memoria selectiva, de la campaña política constante. Un gran teatro, en el que los ciudadanos que queremos ser, ocupamos apenas las butacas destinadas a los espectadores. La dejamos sólo cuando de arriba, del escenario, nos quieren halagar manifestándonos lo importante que somos. Eso ocurre cada dos o cuatro años, cuando a ellos, los protagonistas, los asalta la necesidad. En definitiva ellos saben que aquí se vota “a ganador”, nunca por convicciones, jamás con el ejercicio de la memoria.
caoelretrato@live.com.ar
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