Por Gonzalo Gobbi para el Diario
El Atlantico de Mar del Plata
El número de personas en conflicto en la zona desborda a las autoridades y el “trabajo esclavo” continúa siendo un espacio en blanco entre las estadísticas. Algunos sostienen que el 25% de los trabajadores del sector no está declarado, pero se estima que la cifra es aún mayor
Las inspecciones se reforzaron y las autoridades aseveran que las condiciones habitacionales son “mejores que antes”. Sin embargo, la situación continúa siendo crítica. El presente de una forma de esclavitud que persiste en las afueras de nuestra ciudad, en un informe exclusivo de El Atlántico.
La explotación laboral en los campos y quintas de los alrededores de Mar del Plata presenta una cruda realidad. En pleno siglo XXI aún persisten mecanismos de “trabajo esclavo” a poco más de 30 minutos del microcentro y, a pesar del incremento en los controles para detectar irregularidades, la cantidad de personas -argentinas y de origen extranjero- en conflicto resulta incalculable. Si bien en la zona la problemática se agudiza sobre el cordón frutihortícola, el trabajo no registrado parecería no distinguir ubicación, sexo, edad ni nacionalidad.
La falta de cifras oficiales da cuenta de la gravedad de la problemática. El desconocimiento, tal vez, es el resultado de la insuficiente cantidad de controles que se llevan a cabo. Las escasas estadísticas dejan en claro que se trata de un conflicto en el que abundan las irregularidades y escasean las soluciones.
Antes de avanzar sobre los datos obtenidos resulta necesario plantear algunos interrogantes que permiten comprender en mayor medida la gravedad de la situación. ¿Quiénes son los trabajadores explotados? ¿Cuántos son? ¿Cómo y dónde viven? ¿Qué dinero perciben a cambio del trabajo que realizan? ¿Quién regula su actividad? ¿Qué derechos tienen?
De acuerdo con Kevin Bales, uno de los expertos mundiales sobre la esclavitud contemporánea, "la gente es esclavizada por la violencia y retenida en contra de su voluntad, con la finalidad de ser explotada".
El concepto abre las puertas para considerar las declaraciones, en primer lugar, del secretario general de la Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (UATRE) en Mar del Plata, Rubén Cepeda, quien en diálogo con El Atlántico analizó el presente del trabajo rural en los campos de la zona.
La entidad suele acompañar al ministerio de Trabajo al momento de realizar los controles que, generalmente, se realizan a partir de la propia voluntad de las autoridades o bien a raíz de alguna denuncia en particular.
“Cuando tenemos nosotros el dato de alguna problemática en algún sector, vamos formalmente y vemos cómo está la situación”, dijo Cepeda y luego explicó: “Al llegar al lugar vemos las situaciones del caso que se presentan y verificamos que cada trabajador esté registrado”.
Según el secretario general de la UATRE, en Mar del Plata y la zona hay 1900 trabajadores rurales titulares registrados, aunque al número hay que añadirle el grupo familiar.
No obstante, Cepeda aclaró que “siempre para esta época del verano se puede incrementar un poco el número de gente por el trabajo cíclico, como la papa o la cosecha de maíz, o el trabajo en el cinturón hortícola o el tomate, que es trabajo intensivo”.
¿Qué ocurre cuando al ingresar a un campo se detecta a trabajadores no registrados?, indagó este medio. “Cuando nosotros hacemos un relevamiento y detectamos una situación irregular, lo que se hace es intentar regularizar la situación, pero si no se toma conciencia de eso recurrimos al Ministerio de Trabajo y como última instancia una citación como corresponde”, sostuvo el titular regional de la UATRE”.
Números relativos
“La situación ha cambiado bastante para bien”, advirtió Rubén Cepeda al ser consultado sobre la realidad actual de los trabajadores no registrados. “En los años '97 o '98 hacíamos un relevamiento y teníamos 60 o 70% de trabajadores en negro. Ahora hemos mejorado bastante. En Mar del Plata puede haber hoy un 25% -entre campos y quintas- en esta temporada, que es de trabajo intensivo, que no está registrado, pero es relativo. De cualquier forma seguimos trabajando en la concientización de los trabajadores y defendiendo sus derechos”, desarrolló.
De acuerdo con el tamaño de la quinta o el campo, en cada propiedad suelen trabajar normalmente más de 30 personas. Si multiplicamos el número de personas de cada lugar por la cantidad de espacios rurales privados que se encuentran tanto en las afueras de Mar del Plata como en Sierra de los Padres, la Laguna de los Padres, Batán, La Ballenera y en las cercanías de Miramar, las cifras comienzan a develar un cierto desfasaje en relación a los 1900 trabajadores titulares registrados en la UATRE.
Sin lugar a dudas, la situación es parte del resultado de un grave problema social que subsiste a través del paso del tiempo. Y, a pesar de las inhumanas condiciones habitacionales, del bajo salario que perciben los trabajadores y de la explotación laboral de la que son víctimas, la actividad en los campos de la zona -a cientos de kilómetros de sus ciudades de origen- terminan ofreciendo una alternativa más rentable que la que proporcionan muchas localidades del interior del continente latinoamericano. En el siglo XXI, el trabajo esclavo continúa siendo un espacio en blanco entre las estadísticas y una materia pendiente para las autoridades que ejercen un control insuficiente.
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