SE VIENE LA MARATON ELECTORAL, MEDICINA PARA DESMEMORIADOS

Por Eduardo Cao para
El Retrato de Hoy

El sectarismo anula y termina bastardeando casos desgarrantes para la sociedad. No descubro nada nuevo, ¿no? Hace 58 meses desaparecía Jorge Julio López, el testigo de cargo en el juicio al represor ex subjefe de la policía bonaerense Miguel Etchecolatz. Hace 17 años se perpetraba el mayor atentado terrorista en suelo argentino: la voladura de la AMIA. Dos sucesos que conmocionaron a la opinión pública, dando lugar a especulaciones y, lamentablemente, a su utilización política, potenciada por la desmemoria colectiva.¿Cuántos argentinos recuerdan hoy al albañil de Los Hornos, de 77 años, del que nada se sabe desde, precisamente, el día de la condena a Etchecolatz? Su caso fue y es bandera de organizaciones derechos humanos que reclaman por demoras judiciales y “olvidos” políticos, precipitando el archivo y la desmemoria social.
También la incógnita sobre el paradero de López fue –y nunca mejor utilizado el verbo en pasado- bandera del kirchnerismo en su pretendida defensa de los derechos humanos. Primero fue el “Tengo una tremenda preocupación con la desaparición del amigo López", lanzado por Néstor Kirchner en Posadas, en setiembre de 2006; dos días después, tras una reunión con NK en la Rosada, Hebe de Bonafini cubrió el hecho con el manto de la sospecha: “Hay que investigar el el pasado de López. No es un típico desaparecido”, y, seis meses más tarde, el entonces Presidente se ocupó nuevamente del caso al decir que “se lo llevaron los de siempre y lo tenemos que encontrar vivo”. Allí se terminó la cuestión para el oficialismo. Triunfó a medias la tesis de la titular de las Madres. A medias, pensamos, porque nadie más, desde el poder político, abrió la boca. Nunca sabremos si se investigó “el pasado” de la víctima como pretendía Bonafini o se identificó a “los de siempre”, calificación brumosa del fallecido ex mandatario.
Lo concreto, lo cierto, es que hoy sólo un puñado de organizaciones de derechos humanos mantiene latente la memoria de lo ocurrido con Julio López. La bandera enarbolada de oportunidad por el kirchnerismo, ya fue arriada y la suerte corrida por el septuagenario sigue siendo un misterio.

OTRA COSA ES EN CAMPAÑA

Sergio Burstein era el esposo de una de las 85 víctimas del atentado a la AMIA. Además es el denunciante de las escuchas telefónicas que se hacían a miembros de la colectividad judía y que, según la causa, fueron promovidas por el ex comisario federal Jorge “Fino” Palacios, frustrado jefe de la Policía Metropolitana de Mauricio Macri. También se lo mencionó como sospechoso en el juicio por el ataque terrorista del 17 de julio de 1994.
Todo lo antedicho forma parte de la historia que, al conocerse, provocó uno de los mayores dolores de cabeza al jefe del Gobierno porteño, incluso con una larga peregrinación por los estrados judiciales.
A escasos días del balotaje Macri - Filmus en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Burstein – de más está decirlo, muy cercano al oficialismo nacional- tiñó de proselitismo el legítimo reclamo de esclarecimiento: el mismo Macri, el rabino Sergio Bergman (triunfador inobjetable y amplio sobre el candidato de La Cámpora en las legislativas del distrito) y el periodista Pepe Eliaschev, cayeron “en la volteada”. Junto a ellos, justo es mencionarlo, también fue objeto de críticas un “cristinista” de la segunda o tercera hora, no lo tenemos muy en claro: Carlos Saúl Menem. El responsable del “neoliberalismo de los 90” y de “todos los males que aquejan al país”, según el ahora antiguo discurso K, se postula para senador por La Rioja en una casi colectora kirchnerista. Para Burstein, que en el mismo acto elogió la postura sustentada en el caso de la AMIA por el Gobierno nacional en la era K, Menem “ahora quiere renovar la banca (de senador). La debe renovar, pero en la cárcel”.
Cosechó tantos silbidos de crítica como silencios y ademanes aprobatorios el referente de la asociación Familiares de las Víctimas del Atentado a la AMIA, pero pocos dudaron que su discurso tenía un fecha fijada: la del domingo 31 de julio, cuando Macri enfrente a Filmus en la segunda vuelta electoral de poco incierto resultado.
Así fue la sensación generalizada tras la recordación y más aún cuando el actual presidente de la mutual judía, Guillermo Borger se dirigió a Cristina Fernández de Kirchner –bajo un paraguas que la protegía de la persistente lluvia- para agradecerle su presencia y luego, sin solución de continuidad, decirle que (la asistencia al acto) “no es suficiente, necesitamos justicia”

SE JUEGA TODOS LOS DOMINGOS

No son los relatados los únicos tragos amargos que soporta el kirchnerismo en vísperas del comienzo del apretado calendario electoral que augura probables modificaciones en la geografía política argentina.
Creó desconcierto Irán al ponerse a disposición del Estado nacional para el esclarecimiento del atentado a la AMIA. “Es positivo”, dijo el inefable canciller Héctor Timerman, en el intento de disimular la caída de otra bandera política del “modelo” instalado en 2003. “Más importante es que se establezcan los alcances de la conexión argentina”, retrucaron desde la mutual judía.
Creó desconcierto el resultado de los análisis de ADN a los Noble Herrera. Para Estela de Carlotto, los exámenes “no fueron negativos” y eludió el pedido de disculpas a la familia. El Gobierno guardó silencio y no es para menos: le quitan de las manos el argumento principal para seguir la pelea contra el multimedios, por ahora enemigo irreconciliable. Otra bandera arriada.
Creó desconcierto –no tanto en CKF; sí en algunos personajes del entorno- el contrataque judicial de Sergio Shocklender acusando a su mentora, Hebe de Bonafini, de conocedora de todos los pasos que se daban en la Fundación Madres de Plaza de Mayo, en especial, en “Sueños Compartidos”, receptora de más de 700 millones de pesos del erario público, para construir viviendas. Un escándalo agravado por cortes en rutas neurálgicas de obreros de la construcción a los que no se les pagó lo que se debía abonarles por su trabajo. “Vayan a cobrarle a Shocklender”, los rechazó la enojada suegra, a quien el denostado y enriquecido Sergio hizo abuela.
Por si fuera poco, hubo otros desconciertos que llegaron desde el campo sindical. Gerardo Martínez, el “delfín K” para reemplazar a un cada día más rebelde socio Hugo Moyano, fue señalado por organismos de derechos humanos como integrante de los servicios de inteligencia durante la dictadura. “Fue una jugada del camionero”, deslizó un oficialista al que ni uno ni otro gremialista le cae simpático.
El otro sindicalista que hasta estuvo demorado fue el hiperkirchnerista Carlos Quintana, secretario general de UPCN, sorprendido al entrar a Uruguay con más de 45.000 dólares “para jugar en el Casino”. Su explicación sonó infantil: “Es parte de la plata que gané en el primer premio del Loto en diciembre. No sabía que excedía el tope permitido en este país”. Quintana se adjudica, además del pozo de diciembre, otras suculentas sumas ganadas en juegos similares en años anteriores.
Con todo esto y unos cuantos sambenitos (judiciales o sospechados) deberá lidiar el kirchnerismo en la maratón electoral que comenzará el domingo en Santa Fe, seguirá el 31 con el balotaje en la Ciudad de Buenos Aires, continuará el 7 de agosto en Córdoba y culminará en las primarias abiertas del 14 del mes próximo. Algo más de los 42 kilómetros que marca el trayecto del ateniense Phillípides, pero suficientes para recuperar la memoria.
¡A sus puestos!... ¡Listos!... ¡Ya!... No; mejor lo dejamos para cada uno de los cuatro domingos que se avecinan. Vaya a saber uno si se corre con pista embarrada, que para eso parecemos ser especialistas.


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