Maximiliano Corredera y Juan Manuel Riveros empezarán hoy a ser juzgados por el brutal homicidio del menor Franco Castro (16), quien fuera asesinado de un disparo en el cuello cuando caminaba con amigos hacia la Plaza del Agua. El hecho conmocionó el año pasado a Mar del Plata.
En la madrugada del 14 de marzo de 2010 una bala destrozó el cráneo de Franco Castro (16), su vida y la vida de su familia, de sus amigos. A partir de hoy y durante las próximas dos semanas la Justicia local tratará de determinar si Maximiliano Corredera Legato (31) y Juan Manuel Riveros (30) son los responsables del asesinato que conmocionó a la ciudad, uno en calidad de autor y el otro de partícipe necesario.
Cerca de 50 testigos declararán en los días siguientes ante los jueces Jorge Peralta, Gustavo Fissore y Néstor Conti para intentar esclarecer lo ocurrido aquel día y dar lugar o no a la acusación del fiscal Juan Pablo Lódola que sostiene que Corredera mató a Franco Castro de un disparo y que escapó a toda velocidad en el automóvil conducido por Riveros.
El crimen de Franco Castro movilizó a gran parte de la ciudad poco después de sucedido. Las irracionales características del hecho, la frialdad para cometerlo, la vulnerabilidad de los adolescentes, los miles de padres que se sintieron identificados y atemorizados por la situación y, particularmente, la fuga de los asesinos fueron factores claves para una comunión pocas veces vista en Mar del Plata.
"Vamos a tratar de demostrar que todo lo trabajado en la instrucción está sustentado por las pruebas y que los dos detenidos tuvieron participación en el hecho tal como lo venimos sosteniendo", comentó ayer el fiscal.
En tanto, los defensores de Corredera no dieron a conocer sus estrategias pero trascendió que mantendrán la negativa a admitir los hechos.
Diferente es la condición de Rivero, que sí declaró tras ser detenido y dijo que Corredera había disparado el arma y que él solamente había conducido, asustado, el automóvil.
Primera jornada
Hoy a las 9 comenzará el juicio oral y público con la lectura de la acusación que trae consigo la primera de las discusiones del debate. Porque en su requisitoria de elevación a juicio el fiscal Lódola presentó la figura de "homicidio doblemente agravado por alevosía, (artículo 80 inciso 2 del Código Penal) y por agravante genérica que es el uso del arma de fuego.
En ese marco el fiscal consideraba a Corredera autor material y a Rivero partícipe necesario, responsabilidades legales que conllevan la misma pena. Sin embargo la Justicia de Garantías resolvió a favor de la requisitoria a juicio pero que el hecho era un homicidio simple con el mismo grado de participación.
Lo más importante es que la Cámara de Apelaciones confirmó el fallo del juez de garantías, echando así por tierra la posibilidad de la defensa de que se haya tratado de un accidente. La Cámara confirmó que el homicidio fue doloso y no culposo.
De cualquier manera, la potestad para imputar la tiene ahora el tribunal que lleva adelante el juicio, por lo que durante el mismo se resolverá la cuestión de la responsabilidad penal por la que se juzga a Corredera y a Riveros.
Luego de la lectura de la acusación se iniciarán las declaraciones de los testigos, y los primeros serán nada menos que los amigos de Franco que lo acompañaban cuando se produjo el hecho. Serán seis jóvenes que harán que la jornada inicial se extienda hasta las 2 de la tarde y, tal vez, pueda completarse por la tarde, si se considera que cada uno de ellos declaró en la instrucción por casi 2 horas.
Así fueron los hechos para el fiscal Lódola
De acuerdo a lo investigado por la policía y a la gran cantidad de testigos que colaboró con la fiscalía en las horas siguientes al homicidio, la reconstrucción hecha por Lódola sostiene la hipótesis del asesinato por una falsa acusación.
En los primeros minutos del 14 de marzo, Franco Castro había salido de su casa y junto a sus amigos se dirigían por la calle Alvear hacia Paso, con la intención de llegar a la Plaza del Agua donde se celebraba la Fiesta de San Patricio. Desconocían los jóvenes que algunas cuadras más atrás, Corredera acababa de discutir fuertemente con su ex novia y que la mujer lloraba sentada en el cordón de la vereda.
Apoyados en los dichos de la ex novia de Corredera, los investigadores determinaron que Corredera salió de su casa con su automóvil Ford Fiesta, para buscar a la mujer. Al verla llorando, por razones que se ignoran aunque tendría que ver con la confusión creada por el consumo de drogas, Corredera conjeturó que los jóvenes la habían insultado. Su ex novia le dijo que no había sido eso, que el problema era con él.
La acusación indica que Corredera subió a la mujer al Ford Fiesta y, en marcha atrás, regresó a su casa, donde subió a Riveros. Ambos luego salieron en búsqueda de Franco Castro y sus amigos.
Según declaró Riveros, él tomó el volante y al llegar al grupo de adolescentes los encerró y los increpó, convencido de que habían agredido a la ex novia de Corredera. Pero en ese momento, Corredera bajó del automóvil y fue directamente hacia Franco Castro, al que le colocó el arma en el maxilar inferior y le disparó.
"Rajemos que le di, vamos que le di", le habría dicho Corredera a Riveros, quien aceleró el automóvil y se alejó así de la escena del crimen.
Detención
A partir de testigos que sindicaban a Corredera como autor del hecho, o como uno de los partícipes, se allanó su domicilio de Alvear al 4600 el miércoles 17. Seis testigos (los acompañantes de Franco Castro), declaraciones testimoniales de allegados a la familia Corredera, llamados teléfonos de vecinos al 911, e informes policiales consolidaron la prueba para allanar la vivienda ubicada a 400 metros de donde se produjo el crimen.
En el allanamiento, además de detener a Corredera, la policía secuestró el automóvil Ford Fiesta (durante tres días se estuvo buscando a un Citroën C 3), algunos elementos incriminatorios como un pantalón, una campera, municiones calibre 9 milímetros.
Si bien el arma homicida nunca se encontró, ni tampoco el plomo esas municiones secuestradas vincularían a Corredera con el hecho. Es que la autopsia reveló que el calibre usado sería de 9 milímetros.
En cuanto al plomo, peritos en armas indicaron que si una pistola 9 milímetros expulsa un proyectil en sentido ascendente -como fue el disparo que recibió Franco Castro- el plomo puede hacer una parábola de hasta 2.000 metros. Por eso resultó imposible recuperar el proyectil, pese a los rastrillajes por la zona y la utilización de detector de metales.
En la casa de Corredera se encontró un arma no apta para disparar y también una planta de marihuana, que mereció la apertura de una causa independiente.
Pero la carga probatoria más fuerte contra Corredera la dio el propio Riveros, al entregarse días después. Riveros se entregó en la subcomisaría Casino y en una declaración muy extensa dio detalles. Algunas afirmaciones hechas por Riveros fueron contradictorias para el fiscal, en particular las que tienen que ver con el horario de su llegada a la casa de Corredera. Esto no es un detalle menor, ya que Riveros sostiene que se sorprendió por el estado de Corredera, cuando se cree que ambos pasaron varias horas juntos y no se descarta que lo hicieran consumiendo alguna droga.
La jornada de hoy será la primera en la que se evaluará la prueba testimonial y está previsto que se extienda la rueda de testigos hasta el lunes 12, incluidos los peritos y policías intervinientes en el caso. En tanto, el viernes 16, se calcula, podrán llevarse a cabo los alegatos de Lódola, del particular damnificado Marcelo Savioli Coll, de los defensores de Corredera, Cristian Pradas y Eduardo Toscano, y del abogado de Riveros, Julio Razona.
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