(Escribe
ADRIÁN FREIJO) - Como
en la hermosa canción El Carcelero, de Horacio Guarany, parece que en Mar del
Plata también tenemos “dueños de los candados” o al menos quienes desean
disponer de la cárcel de Batán como si fuese un hecho propio y aislado de la
realidad. Sin embargo sería bueno que mirasen
su alrededor y tratasen de ver con claridad lo que es posible y lo que
no. Porque la copla también decía “de nada vale que corran…si el incendio va
con ellos”.
Nadie
en su sano juicio puede rechazar la idea de que alguna vez el presidio cercano
a la ciudad de Batán sea desmantelado.
La
experiencia desde su inauguración no ha sido buena y la recurrencia de sus
egresados en el delito fue una constante que en mucho ayudó al crecimiento de
la inseguridad en Mar del Plata y la zona. Ponernos a enumerar en esta nota los
motivos de tales resultados sería tan ocioso como extemporáneo; las cosas son
así…y punto.
Sin
embargo la idea de su traslado tiene que estar acompañada por visiones serias,
fundamentadas y sobre todo realistas.
El
Gobernador acaba de anunciar un estado de emergencia en materia de inseguridad
y como una de las medidas concretas para combatir el flagelo dispuso la
construcción de cuatro cárceles en el territorio provincial y ello tiene relación
directa con la insuficiencia notoria en materia de alojamiento de procesados y
condenados.
Sería
bueno recordar que esa escasez tiene hoy relación directa no tan sólo con el hacinamiento sino con la exasperante amplitud con la
que los jueces resuelven la libertad de delincuentes que en realidad deberían
estar a buen resguardo por un tiempo.
Si
desmantelamos Batán habrá que reinstalar a sus “huéspedes” en alguna de esas
cuatro nuevas cárceles –las demás están atiborradas- lo que significaría tan sólo un cambio de locación y no un aumento de
disponibilidad que no sólo es lo que se busca sino también lo que la gente
solicita a gritos.
Descartado
el delirio de históricos reclamos (“que
los manden a Isla de los Estados”, “que vayan a picar piedra al sur”, “que
levanten cárceles en la Antártida” y cosas por el estilo) por el simple hecho
de estar hablando de delitos que violan
el Código Penal de la Provincia de Buenos Aires y que por tanto deben ser
juzgados y castigados dentro de su territorio, sería bueno preguntarnos
entonces si no estamos obrando con desaprensión bonaerense y tratando de
tirarle el problema a algún partido vecino, desconociendo que ya es tiempo de
comenzar a pensar nuestro territorio como un todo y actuar también en
consecuencia.
¿Es
entonces el momento de proceder a lo que propone el proyecto “#ChauCárcel”
lanzado hace pocas horas por Emiliano Giri, con el acompañamiento de José
“Pepe” Scioli, Francisco De Narváez y sectores del radicalismo local?.
Ciertamente no…lo que no significa que
el mismo sea malo sino apenas extemporáneo.
Hoy
tenemos que SUMAR cárceles y RESTAR delincuentes libres; mañana, si
hacemos las cosas bien, será el momento para pensar en traslados, demoliciones
y otras yerbas.
El
presidio de Batán debe ser bien administrado, adecuadamente controlado y sobre
todo tiene que trabajarse seriamente en el control ultramuros de quienes
egresan del lugar.
Es
decir, debe convertirse en un eslabón del sistema carcelario que el hombre creó
hace siglos como una forma de AISLAR
a los delincuentes del mismo modo que los hospitales aíslan a los enfermos y
los manicomios lo hacen con los locos.
Sacarse
de encima el problema y tirárselo por la cabeza a los demás es aceptar que
hemos sido derrotados por la incapacidad, la corrupción y la desidia.
Y creer
que quienes salgan de penales geográficamente aislados se van a quedar dando
vueltas por la inmensidad de la pampa en vez de buscar rápidamente las grandes
ciudades es apenas una estupidez.
Tal vez
el esfuerzo de los propulsores del proyecto –con llegada directa a las
autoridades provinciales- debería enfocarse en lograr de Scioli y su gente la
garantía de que alguna de las nuevas cárceles sea comprometida para alojar en ella a quienes cometiendo delitos en
nuestra ciudad excedan el número máximo aconsejado para que el penal de Batán
cumpla adecuadamente con su función.
Lo
demás, aunque deseable, no representa hoy un camino aconsejable para resolver
el problema que vivimos.
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