lunes, 7 de febrero de 2011

AMIGOS SON LOS AMIGOS, SIEMPRE Y CUANDO NO SE TRATE DE POLITICA

* Eduardo Cao
www.elretratodehoy.com.ar


Los desvelos de Cristina Fernández de Kirchner tienen nombre y apellido. Por lo menos eso surge de la realidad que, aunque negada, envuelve a su gobierno. Su entronización como imprescindible para que el kirchnerismo logre mantenerse en el poder después de diciembre, parece dar lugar a que cualquiera y todos, por distintos caminos, intenten convertirse en mentores de la reelección. Ella parece que duda. Y tiene sus razones, por aquello de “Cuídame de los amigos…” “En la política hay adversarios y correligionarios: estos últimos son los más peligrosos” (Konrad Adenauer, 1876/1967, primer canciller de la República Federal tras la división de Alemania)

¿Qué político argentino enfrascado en las presidenciales de octubre acude a esta descarnada descripción de quien sentó las bases para el llamado milagro alemán de posguerra?

Si hay alguno, que levante la mano.

El Gobierno no podría hacerlo.

Nominada Cristina Fernández –muchos dicen que a su pesar- para la reelección, sus propios acólitos la están obligando a caer en contradicciones en sus expresiones públicas. Las tenía y las tiene CFK al ideologizar cada una de sus acciones y discursos, con el agravante de la herencia en la equivocación palmaria de su marido muerto de fraccionar a la sociedad entre enemigos y amigos cuando la realidad golpeaba sus puertas.

Por estas horas, mientras los coreutas del poder interpretan su propia música, la Presidente sufre la diáspora declarativa de su entorno.

El último –no hay necesidad de la justeza cronológica- fue el canciller “twittero”. Héctor Timerman, empeñado en una guerra particular con Mauricio Macri, acusó al jefe de Gobierno porteño de haber enviado policías de la aún incipiente Policía Metropolitana a una academia financiada por los Estados Unidos en El Salvador.

Un dato, en la Internacional Law Enforcement Academy (Academia Internacional de las Fuerzas de la Ley), se dictan cursos para combatir crímenes trasnacionales, violación de los derechos humanos, tráfico de drogas, terrorismo, lavado de dinero y trata de personas, entre otros. Deben haber bastado segundos para que el ex periodista y hoy ministro, elucubrara un cuadro de situación que perjudicaría Macri: la ILEA (denunciada por varios organismos de derechos humanos estadounidenses) era lo mismo que la tristemente célebre Escuela de las Américas, donde militares latinoamericanos fueron adiestrados para torturar y matar. Leopoldo Galtieri y Roberto Viola, dos presidentes de facto durante la dictadura militar de los 70/80, estuvieron en Panamá y fueron alumnos de los “cursos” que dictaba el Ejército de los EEUU.

La reacción del macrismo fue la esperada: pidió la renuncia de Timerman. Algo que el canciller seguramente esperaba, pero sabía que no prosperaría. Y tenía razón: no prosperó.

Pero lo que no tuvo en cuenta el ministro denunciante fue que de la tropa a la que él entró con forceps (y favores), surgiría la prueba palmaria de su mentirilla: Ricardo Casal, ministro de Daniel Scioli, admitió que también policías bonaerenses estuvieron en la ILEA. Compartieron aula con colegas de la Federal y de la Prefectura. Federal y Prefectura que son supervisadas por Nilda Garré quien, junto a Florencio Randazzo no ahorran epítetos contra Macri cada vez que se les abre (y buscan) un micrófono. Sin embargo, ni la ministro de Seguridad ni el de Interior abrieron la boca en esta oportunidad.

La que sí habló fue la Presidente en uno de los predios ocupado en diciembre último, pero para anunciar un plan de cooperación operativa entre la Federal y la Metropolitana a fin de evitar las tomas que tuvieron en jaque a los gobiernos porteño y nacional. Garré debería ser, según el organigrama gubernamental, la que debería ponerse al frente de la planificación. Difícil.

Y si con esta cuestión se ve complicada Cristina Fernández de Kirchner, evitar que “saquen los pies del plato” figuras como Hugo Moyano, por ejemplo, es una tarea ímproba. Quizá este nombre y algunos más, sean los que impulsen sus dudas en cuanto a presentarse para la reelección, fogoneada por su entorno y rechazada –es un secreto a voces- por su familia.

El líder de la CGT no ceja en su empeño de mostrar la fortaleza que posee: apoya cuanto bloqueo gremial estalla contra empresas e industrias. Lo del puerto de Rosario, paralizado durante días, fue la última demostración, por ahora. CFK criticó la medida, pero hasta que no llegó la conciliación obligatoria, Moyano le complicó la vida a la habitante de Olivos. A eso se suma la negativa del todopoderoso camionero a poner piso y techo a las partidarias, su nada oculto cuestionamiento a las cifras del INDEC en cuanto a la inflación y su permanente elusión al Consejo Económico-Social que integra junto a la UIA.

Quizá en estos momentos, en la Casa Rosada y en Olivos, ya se desayunaron del significado de la frase de Konrand Adenauer. Nunca es tarde.

caoelretrato@live.com.ar

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