lunes, 31 de agosto de 2015

UN TEMA REALMENTE PREOCUPANTE

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(Escribe Adrián Freijo) – Hemos dicho en esta columna lo que nos preocupa la campaña de agravios que se ha desatado entre el oficialismo local y la figura de Carlos Arroyo. Pero hay cosas que debemos plantear.
No se puede estigmatizar a un hombre por su edad ni tampoco descalificarlo por ello para llevar adelante una acción de gobierno. La historia del mundo está llena de ejemplos de viejos sabios que, con la prudencia de los años y el valor agregado de la experiencia, lograron sacar a sus países y ciudades de momentos de verdadera frustración.
No nos importa entonces la edad de Carlos Arroyo ni ponemos en tela de juicio una honestidad que se ha expresado a lo largo de los años.
Pero debemos reconocer que algunas de las cosas que el candidato afirma y la carencia absoluta de ideas claras con respecto a la administración de la ciudad, nos prende una luz de alarma que tiene que ver con el volumen del bien a tutelar y que no es otro que Mar del Plata.
Tal vez no sea bueno que un analista se defina de esta manera, pero no puedo olvidar que esta es la ciudad en la que nací, en la que viven mis hijos y en la que sin duda alguna espero morir.Claro que no deseo que ella muera conmigo…
Por eso no puedo soslayar que cuando Arroyo habla de “hacer crecer a Mar del Plata a partir del puerto”, parece ignorar que poco y nada tiene que ver el municipio con tan altruista objetivo.El puerto de Mar del Plata -si es que tiene algún futuro, cosa que ya a esta altura dudamos- solo se reactivará con un dólar competitivo, una tecnificación adecuada, una baja en la presión fiscal y un reacomodamiento de los costos de producción que le permitan ganar mercados y recuperar rentabilidad.
Ninguna de esas cosas depende en manera alguna del municipio; es ingenuo o demagógico plantear un eje del que no se tiene prácticamente resorte alguno.
El trascendido de una olvidable reunión entre el candidato y los sectores que en la ciudad llevan adelante el desarrollo informático y están reunidos en la Asociación de Tecnología de la Información y Comunicación de Mar del Plata (Aticma), muestra a un dirigente detenido en el tiempo, reacio a la llegada de las nuevas tecnologías pero sobre todo de espaldas a la realidad de un mundo en el que la ciudad tiene que insertarse y no excluirse.
Nos tomamos el trabajo de confirmar algunos de esos trascendidos y realmente no podemos menos que alarmarnos. Afirmar que es bueno que los chicos aprendan computación pero que “es más importante que aprendan a escribir a mano y con buena letra” (sic) es la expresión de un deseo romántico pero un verdadero disparate si queremos preparar a nuestros niños para competir en un mundo que seguramente no va a aceptar ajustarse a los sueños de Arroyo.
No se trata de una expresión de deseos…se trata de una realidad. Y a las realidades hay que aceptarlas si no queremos vivir en una ensoñación tan peligrosa como abstracta.
Son muchos más los disparates que se oyeron en la ocasión, pero preferimos obviarlos porque nos alejarían del verdadero sentido de esta nota, que tiene que ver con el sueño de colocar a Mar del Plata en el SXXI y no en el XIX.
Carlos Arroyo fue un gran docente; el cariño incondicional de sus alumnos del pasado muestra a las claras que logró perforar el alma de los niños y generar esa relación de confianza que tanto sirve para que los alumnos aprendan lo que el educador quiere transmitirle.
Pero cuando ello ocurría la sociedad era otra, muy distinta a esta tan compleja en la que la informática, las comunicaciones, los nuevos equilibrios mundiales, la inversión innominada y una competencia brutal se llevó por delante valores morales que hay que intentar rescatar en la misma medida que debemos adecuar a los tiempos modernos.
Y para ello hay que darle a Mar del Plata y a su gente un futuro integrado a las nuevas reglas de juego, una visión moderna del estado y sus servicios y una ruta precisa de integración al mundo que viene antes que una versión nostálgica de uno que se fue irremediablemente.
Porque los celulares existen, internet nos mezcla con el mundo y las computadoras son hoy un arma de producción, educación y cercanía. No es entonces un “honor” jactarse de ignorarlos…
Sostener que se presentó un proyecto de hospital municipal cuando en realidad lo que llegó al Concejo fue una pretendida ordenanza instando al Departamento Ejecutivo a llamar a concurso de ideas para tal fin es al menos poco serio. Un proyecto de Hospital Municipal significa presentar los planos, las incumbencias, la ubicación y sobre todo el financiamiento de las obras y el funcionamiento. Sin eso es solo una buena intención…
Decían que el hombre más peligroso del mundo es aquel que imagina un mundo que no existe.
Y que dos más dos serán siempre cuatro…aunque a mi no me guste.
Y en todo caso, no corramos el riesgo en volver a ser la vieja aldea que ya se murió, pudiendo ser una ciudad pionera en la modernidad y con futuro.
Ojalá aparezcan los planes, los proyectos y los equipos. Ojalá todo esto sea solo una anécdota y no se convierta en un verdadero drama

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