Es un hecho que la intervención al consejo escolar de general Pueyrredón
es el fruto envenenado de la intrusión en CAMBIEMOS de la línea interna
 de origen peronista que vincula al ministro de Gobierno Joaquín de la
Torre con el senador Lucas Fioríni.
Ambos ex masistas en su anterior formato político pasaron por diversas
 alineaciones, siempre buscando el poder. Un dato publicado —pero
 escasamente conocido— de De La Torre es que con 25 años acompaño
 en 3 solicitadas a la figura de Jorge Rafael Videla. No en 1976, en 1989.
 La única explicación la dio un vocero en la localidad de San Miguel
—de donde es oriundo—, apuntando que la cuestión había sido una
iniciativa de su padre Ricardo de la Torre, de extracción conservadora.
Esa adhesión alumbra ciertamente el comportamiento de De la Torre,
hoy travestido de “hombre de la gobernadora”. O, como suele decir
Fioríni al presentar sus credenciales políticas: “somos de la línea de Vidal”.
 Entienden la política como una acción en la que la toma del poder todo lo
 justifica. El putsh al consejo escolar es un claro ejemplo.
Los hechos de los últimos días le quitaron la careta al advocador Ricardo
 Agrisani, quien se desprendió del secretario administrativo del consejo
escolar Manuel Morasso sin explicaciones ni disculpas en lo que claramente
es una escalada de ocupación de posiciones. Hoy el consejo escolar esta a la
deriva y no da respuestas, pero llena la necesidad del espacio que forman
Sergio Siciliano —número dos de la educación provincial—, De la Torre
y Fioríni de tener cargos para articular su propia línea en Mar del Plata;
 todo esto en la idea de dar soporte en las PASO de 2019 a la candidatura
de Guillermo Montenegro.
Lo que está ocurriendo es absolutamente anti democrático, es abuso de
 poder, y debiera llamar la atención de la política local y de la población
 en general. Fioríni ya no se esconde, se muestra en el consejo escolar, y
 aconseja al advocador Agrisani no dar importancia “al ruido y seguir 
adelante”. El ruido es la conducta periodística de este portal y de la 99.9
 que, como medio, hemos mantenido la atención sobre un hecho gravísimo
 como es el uso de los cargos de poder en la Provincia para usurpar el
legítimo poder de los consejeros electos por la voluntad popular. “El ruido”
 lo agotó a Agrisani, que hace los petates y se va, para no volver.
Lucas Fioríni fue articulador de las chirinadas que llevaron a la renuncia
de Vilma Baragiola, y posteriormente de Nicolás Maiorano en la presidencia
 del Consejo Deliberante. Por su activa participación en estos hechos de
 violencia institucional, Fioríni recibió de Gustavo Arnaldo Pulti la dádiva
de ser presidente segundo del cuerpo, lo cual celebró por todo lo alto.
La expulsión de la arquitecta Silvia Luenzo a finales del mes pasado marcó
un punto altamente irritante, por lo que se juega alrededor de esta situación.
Tal como nos ha sido señalado, Fioríni y Siciliano vienen por los contratos
 de obra —por un monto de más de 11 millones de pesos— que se deben
llevar a cabo en Mar del Plata en obras escolares. La reacción de los
concejales —se reunieron en el consejo escolar, pero arguyendo temas
 protocolares Agrisani no los recibió—,  parece tardía y da pábulo al
 retintín de los curules de Unidad Ciudadana: “es la consecuencia de una 
interna de Cambiemos”. No lo hace menos grave.