El campo volvió a cortar rutas. El gobierno volvió a cargar contra el sector agropecuario, como si fuera la quintaesencia de la maldad. Y hasta dos ministros se atrevieron a calificar de “locos” a los dirigentes agropecuarios. Mientras, caen los bonos, el dólar es el refugio de la clase media alta, y los precios siguen subiendo a despecho del INDEC nuevo o viejo. Y se intenta otra vez la teoría de que todo lo que pasa es consecuencia de una puja entre “duros” y “blandos” en el gobierno.
La protesta agraria volvió este viernes con todo su esplendor decadente. Hasta en la región del Alto Valle, los productores se manifestaron y protestaron contra las retenciones que se le aplican a las peras y las manzanas.
La situación es, huelga decirlo, preocupante. El comportamiento de los mercados financieros, por ejemplo, persiste con caída de las cotizaciones de los bonos argentinos. Y es cada vez más masiva la fuga de depósitos en los bancos, y la consecuente compra de dólares. A tal punto que el Banco Central ha tenido que volver a comprar fuerte para sostener la cotización de la moneda estadounidense.
El combustible escasea cada vez más. Mientras llega lentamente el invierno, y con él las bajas temperaturas, la producción energética argentina es mediocre.
La inflación, en cambio, no se detiene. Los precios siguen subiendo, a tal punto que a la gente ya no le preocupa si la culpa la tiene el campo, los comerciantes o el gobierno. La evidencia de la escalada es abrumadora, como así también la multiplicación de incrementos salariales en el Estado, triste evidencia de que el INDEC no tenía razón.
En este contexto, los productores, asesorados por contadores, abogados, sociólogos, economistas, y hasta consultores franceses especializados en huelgas, han definido una estrategia casi científica en el método: presionarán a gobernadores e intendentes, intentarán quebrar el bloque político que le da sustento al gobierno de Cristina Fernández.
El gobierno reacciona ante esto movilizando piqueteros, sindicalistas, haciendo actos partidarios, y mandando a cada ministro que salga por radio o TV a pronunciar gruesos epítetos contra la dirigencia agropecuaria. El último fue tildar de “locos” a quienes protestan “perjudicando al pueblo”.
Mientras esto ocurre, hay un intento mediático de instalar la noción de que hay un “duro” (Néstor) que por ahora le gana a otro sector “blando” (Cristina).
Pero lo más probable que esto sea, una vez más, una patraña. No parece el gobierno entrar en la esquizofrenia que se le atribuye a todos quienes lo critican. Sino, en todo caso, sumergirse en una unidad monolítica, encapsulada, cada vez más preocupante. En todo caso, más cerca de la paranoia que de cualquier otra patología política argentina.
Escribe Ruben Boggi(Publicado en el Diario El Bolson)
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