Tampoco es creíble que los directivos de la Afip vivan en una nube espesa y que no sepan el momento de tensión enorme que atraviesan el Gobierno y el Grupo Clarín y se les ocurra adelantar el operativo contra la empresa. Todo tiene un dejo de fantasía para tratar de ocultar la más temible realidad: que Néstor Kirchner opera sin cargo alguno, pero con el poder intacto. La tranquilidad de la siesta del jueves fue interrumpida cuando frente al edificio donde funcionan las redacciones de los diarios Clarín, Olé y La Razón vieron que, frente a la puerta de Tacuarí 1842, hombres y mujeres vestidos con sacos o impermeables oscuros, cargando carpetas y maletines negros, empezaban a concentrarse en la vereda. El misterio se develó cuando vieron dos camionetas negras, identificadas por las siglas Afip y DGI, que se detuvieron frente al edificio del barrio de Barracas. Se trató de una inspección masiva y simultánea de la Administración Federal de Ingresos Públicos a varias empresas del Grupo Clarín y que alcanzó incluso a los domicilios particulares de algunos de sus directivos, síndicos y apoderados. Fueron más de 200 los inspectores que, por más de dos horas, requirieron información fiscal y previsional de empleados y autoridades del multimedios. Estas últimas relacionaron el procedimiento con un intento de intimidación del Gobierno al Grupo Clarín y a sus periodistas, en lo que definieron como una guerra de la Casa Rosada contra la empresa, dentro de la cual consideran la nueva ley de radiodifusión como una batalla, si se quiere final, de esa contienda. Algunos de los directivos de Clarín asociaron “causalmente” el allanamiento con una nota publicada el día anterior por el matutino, en la que se informaba acerca de un subsidio de 10 millones de pesos entregado a una empresa sin habilitación por la Oficina Nacional del Control Comercial Agropecuario (Oncca), que opera bajo la influencia de Ricardo Echegaray, también director de la Afip. A la hora de indagar en motivos para semejante movida, debió recordar también el directivo del Grupo que, además, venían de varias tapas donde se cuestionaba la declaración patrimonial de Néstor Kirchner, pieza clave de todo este conflicto. El megaoperativo fue desconocido y desautorizado más tarde por el titular del organismo recaudador, Ricardo Echegaray, generándose así una situación tragicómica que bien podía titularse “El gran bonete”: ¿Yo señor? No señor. ¿Entonces quién? Como consecuencia de la torpeza, el director de la regional Metropolitana Sur, Andrés Vázquez, que encabezó el operativo en las oficinas del diario Clarín, quedó desplazado y con sumario interno como “responsable” de no haberle avisado a su jefe. “Yo no di la orden”, repitió hasta el cansancio Echegaray, y abundaba en mayores datos al explicar que “la línea de funcionarios de la Afip me responde a mí. Sólo yo podría haber aprobado el operativo”.En la versión de Echegaray, no sería Néstor Kirchner el autor de la maniobra sino que una suerte de “traidor” interno la habría pergeñado.”Todos saben que estamos en conflicto con Clarín. Esto fue contra el Gobierno”, afirma. Demasiado a medida la explicación a la que recurre, en la que los Kirchner no tendrían responsabilidades y él tampoco. Más aun, cuenta que la presidenta le preguntó qué había pasado y le aclaró que no había dado la orden. Cabe aclara que el hasta ahora único responsable, Vázquez, no es un “pinche” ni un desconocido para Echegaray. Había quedado a cargo, por decisión de su jefe, del expediente sobre presunta evasión de la constructora Gotti, cercana al empresario kirchnerista Lázaro Báez. ¿Cómo se arma un procedimiento de este volumen y que Echegaray haya quedado al margen? En realidad, un director regional puede decidirlo. Pero la Afip tiene un programa de acciones por el estilo que comenzó después del acuerdo fiscal sobre grandes contribuyentes y que termina el 30 de diciembre. Y en estos días no estaba previsto un operativo en Clarín. Echegaray mismo mostró una planilla con las fechas y los futuros operativos. Para el jueves estaba prevista una inspección en la zona de Plaza Italia, y en jugueterías y bazares en la zona sur. No estaba previsto ningún medio de comunicación, los que más adelante tendrían sus operativos. Las explicaciones de Echegaray, aun siendo ciertas, tienen una lógica institucional extraña ¿no es acaso el jefe máximo de la Afip? ¿A qué subordinado, por sí sólo, se le habría ocurrido adelantar la fecha de un operativo a Clarín y enviar a doscientos inspectores, a la carga contra el multimedios? Tampoco es creíble que los directivos de la Afip vivan en una nube espesa y que no sepan el momento de tensión enorme que atraviesan el Gobierno y el Grupo Clarín y se les ocurra adelantar el operativo contra la empresa. Todo tiene un dejo de fantasía para tratar de ocultar la más temible realidad: que Néstor Kirchner opera sin cargo alguno, pero con el poder intacto. De allí habría partido la orden que dejó descolocado a Echegaray y a la misma Casa Rosada, al hacer una maniobra torpe contra Clarín. Pero quizá a Kirchner lo que le interesaría es el grado de intimidación que estaría logrando hacia el multimedios, aun cuando la estrategia quede al descubierto. Hay que estar en la cabeza del ex mandatario para comprender su lógica del poder. Y seguramente habría elegido un mega operativo de Afip, porque sería una de las cosas que más temería que le suceda a él mismo si en 2011 queda afuera del Gobierno: que metan las narices en sus negocios, alquileres, compras de terrenos estatales, etcétera.Lo cierto es que en medio del tratamiento de la Ley de Radiodifusión y sabiendo todo el mundo de la lucha entre el Gobierno y el Grupo Clarín, el operativo fue una medida torpe, lamentable y peligrosa. Porque la Afip es un ente de recaudación, no un ariete para lanzar a quienes están en otra vereda.
Editorial del diario La Opinion de Pergamino
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