* Carlos Benítez
Es un paso gigante el que se dio en la noche del miércoles en Diputados.
Sabemos lo que todavía falta, nada menos que en el Senado, donde no hace muchos años funcionó la Banelco. Eso nos tendría que poner en estado de alerta, porque estas mafias de los medios de comunicación (al decir de Víctor Hugo Morales) no se van a andar con chiquitas. Van a intentar hacer cualquier cosa con tal de parar la ley.
En este contexto, vale expresar nuestro respeto y homenaje a la coherencia de los muchos periodistas que han sabido separar la paja del trigo. Porque una cosa es estar en desacuerdo con este gobierno y otra, muy distinta, entrar en la incoherencia total. El caso de Víctor Hugo Morales y su ejemplar intervención en la audiencia pública en Diputados es el mejor ejemplo y demostró que la dignidad, para algunos, no tiene Banelco.
Si se cumple la máxima de que del ridículo no se vuelve, una buena parte de la oposición no debería volver al recinto. Una muestra de lo patético que pueden ser estos pequeños hombres y mujeres grises que se conforman con ser voceros de los poderosos multimedios, y no entrar por la puerta grande de la historia con este proyecto.
Que los diputados de la señora Carrió sean incoherentes hace a la esencia de su jefa. Que lo sean los del PRO, cuyo jefe Macri apenas asumió se desdijo de todo lo que había sostenido en la campaña, también era esperable. Tampoco los radicales que vienen desde la época de la década infame borrando con el codo lo que han escrito con la mano (porque son ellos los que en cuanto foro han estado no hace más de tres años sostenían lo mismo que se aprobó anoche). Ni los supuestos ¿peronistas? disidentes, más que eso son oportunistas salvajes como su jefe Felipe, que supo ser renovador, entregador con el de Anillaco, duhaldista, funcional a los K y forro del colombiano. Ahora, que Miguel Bonasso se haya abstenido es vergonzoso. Da vergüenza ajena que él que se decía progresista y amigo del matrimonio K, de Fidel, de Chávez y de cuanto líder latinoamericano anduviera suelto, ahora formara parte del ejército de incoherentes y alcahuetes de los multimedios, para enterrar para siempre el último rastro de prestigio que aun conservaba.
Que vivan la coherencia y la dignidad en esta jornada histórica.
Falta mucho. Pero estamos más cerca de democratizar la palabra. Para todos.
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