Este sitio esta destinado para manifestarse con entera libertad. El unico limite es el respeto y la honestidad intelectual.- Fundado el 4 de marzo de 2008 y editado en Mar del Plata,Argentina. Responsable editorial Alberto Castagnoli
jueves, 8 de julio de 2010
LA CIUDAD MADRE TAMBIEN PASO A LA FINAL
* Vito Amalfitano
www.lacapitalmdp.com
Desde Ciudad del Cabo, Sudáfrica.- Dejamos una ciudad de ensueño y le agradecemos una vez más al fútbol por habernos traído hasta aquí. Si hay una ciudad que merecía un Mundial, esa es Ciudad del Cabo.Cape Town nos emociona al llegar a la celda de Nelson Mandela en la prisión de Robben Island, o nos asquea al observar, en el transcurrir de la visita, las condiciones de hacinamiento en las que permanecían allí Madiba y sus amigos, solo por su condición racial, y por luchar por la libertad.Pero también el Cabo nos impacta, en ese mismo viaje, al regreso por el ferry, en un Atlántico especialmente embravecido, con la vista desde el mar del estadio Green Point dibujado delante de Table Mountain (el Monte Mesa) y al borde de la costa. Esa misma imagen nos sorprende a la noche siguiente, cuando las luces del Green Point se dibujan en el lago que está a nuestro lado, en el camino de regreso a la costa, desde el estadio, después de la victoria de Holanda sobre Uruguay por 3 a 1 que depositó a la Naranja no Mecánica en la final de la Copa del Mundo.Pero en el medio de todo eso no nos cansamos de caminar una y otra vez el Waterfrond, un puerto deportivo de primer nivel internacional pero con un paisaje único, porque Table Mountain casi parece que se desploma sobre él.Y también nos llevamos en el recuerdo,- y ojalá nos quedara para siempre cada detalle en las retinas, porque las fotografías o filmaciones ni por asomo pueden transmitir esta grandeza-, los paseos por Camp Bay y Clifford, playas de primer nivel y absolutamente públicas, invierno y verano,-para tener en cuenta en Mar del Plata-; la vuelta por el Fan Fest del City World, zona de comunidad eminentemente negra, con un verdadero mercado persa o una ?salada? sudafricana mundialista que se extiende por toda la peatonal St. George; la vista desde el teleférico de Table Mountain; la vuelta, al atardecer, por la playa de los surfistas, con la expléndida puesta del sol antes de las 6?Quizá solo Praga,- pero por características absolutamente diferentes-, se le parezca al Cabo en eso de que a cada paso hay una foto, a cada metro hay algo interesante para ver.Pero no solo nos quedamos con la imagen, sino también con el espíritu. Con la vida libre de esta ciudad, con su carácter cosmopolítica, con la tranquilidad por caminar cada calle, cada barrio, cada zona, sea ?blanca? o ?negra? con absoluta tranquilidad. Con cada taxista que nos cobra lo justo y que nunca deja de sonreir. Con cada policía que cuando preguntamos por un lugar nos acompaña hasta él, nos sigue hasta que lo encontremos?Se nos dirá que hubo un caso fatal que sufrió un argentino aquí. Más allá de las características del caso, el crimen está latente en cualquier parte del mundo. Pero se trata de hechos aislados. Pocos lugares en el mundo caminamos tan tranquilos a cualquier hora como en Cape Town. Uno mismo se sorprende regresando del estadio a las 3 de la madrugada, sin nadie alrededor, en el camino hacia la costa, solo con el ruido de las ranas y los sapos a la vera del camino y sin ninguna inquietud por lo que puede llegar a pasar.Nos quedó el cruce de los dos océanos,-que se dice que es algo indescriptible-; la Ruta Jardín; el camino de los 200 viñedos? Ojalá la vida nos de la posibilidad de volver. Por lo pronto, el fútbol ya nos dio este privilegio.Aquí, y no en Johannesburgo,-una ciudad muy difícil para un Mundial-, se debieron haber jugado las instancias más importantes de Sudáfrica 2010. Como, por caso, el partido inaugural y la final. Los accesos son los mejores; la señalización, lejos, también. Y la imagen del estadio al borde del mar y la montaña, y con Robben Island enfrente, es única. Entre muchos otros atributos. La Ciudad Madre (así se la denomina), al cabo, se vistió de gala, casi toda de naranja, para recibir a su ?hijo pródigo?. Holanda desplazó a los portugueses en la refundación de esta comarca allá por el 1600, sus ingenieros llevaron adelante el despeque de Cape Town a la hora de ganarle tierra al mar promediando el siglo XX, y ahora la Naranja no Mecánica de Sneijder y Robben, una verdadera maquinaria del toque, superó al coraje uruguayo y sacó aquí pasaje al Soccer City, a la final del mundo. Mejor escenario no le pudo haber tocado.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario