lunes, 20 de septiembre de 2010

LA RONDA SIN FIN

* Jose Luis Jacobo
www.noticiasyprotagonistas.com


“Se lo debemos al jefe Castelli por su firmeza”. Esa fue la frase que empleó Gustavo Arnaldo Pulti cuando le requirieron su parecer acerca del desbaratamiento de una banda que operaba con un componente policial. La obsesión por ocultar la dimensión de lo que ocurre en Mar del Plata ha forjado lazos entre la Fiscalía General, la Jefatura departamental y la Intendencia. El silencio sobre la detención del ex jefe de calle de la Comisaría 9na Daniel Scuffi es un dato relevante, aunque no lo es menos el testimonio del vecino Horacio Rodríguez, que relató en la 99.9 los padeceres de los vecinos de Alto Camet. Rodríguez asegura que hay un grupo de delincuentes que asuela el barrio, robando, molestando a los vecinos con sus pullas y, lo más grave, que han perpetrado en varias ocasiones violaciones que aún están impunes.
Dice Rodríguez también que los vecinos, gracias a la mediación del concejal Guillermo Schütrumpf, lograron reunirse con el jefe departamental Osvaldo Castelli y su segundo Velázquez, a los que les detallaron nombres y domicilios de los malvivientes, aunque nada se ha conseguido operativamente hasta el momento.En el caso de la seccional novena, un vecino domiciliado en el área le subrayó a Castelli en ocasión de una reunión de comerciantes de la peatonal San Martín, que esa era “zona liberada”. Pulti estaba presente. Castelli reaccionó apropiadamente, y tras negar la más remota posibilidad al respecto, anunció que el propio comisario iría a escuchar el relato del vecino para despejar las dudas que surgían allí. No se puede decir que no cumplió. Al otro día, el comisario Pablo Bianchi se hizo presente, acompañado de otro funcionario policial, dio las más amplias garantías de que no existía la tal zona liberada y de que las falencias en materia de seguridad se debían a falta de recursos, técnicos y humanos, así como a la permanente actitud de la justicia de liberar casi de inmediato a los delincuentes que ellos (los policías de la novena) atrapaban. Está claro que en un contexto disvalioso, con un gobernador que dice tener las manos atadas, y un ministro de Justicia y Seguridad que les advierte a los foristas que sólo importa lo que pida el Intendente, la posibilidad de actuar seriamente es prácticamente nula. Desde el año pasado que las seccionales de policía no reciben “caja chica”. No hay presupuesto para efectuar el mantenimiento de las unidades móviles, por lo que todo consiste en comprar, desgastar hasta lo imposible y luego volver a comprar. Hay quienes creen que los “negocios” de la policía pasan por el juego clandestino, la prostitución, etc., pero no: en realidad, los negocios pasan por el manejo administrativo de compras en todo orden. Millones que se gastan cada año casi sin control alguno.Y como persiste la idea de que estar preocupado por la seguridad es entregar unidades nuevas, así se da el caso de las motos Guzzi Breva 750, italianas, adquiridas en la segunda gestión de León Carlos Arslanián a un valor de 7.000 euros cada una. La compra llegó a insumir un millón cuarenta mil euros, en un procedimiento que violó toda la legalidad administrativa provincial. Y peor: tal como surge de la documentación oficial, esas motos no son aptas para el patrullaje urbano, son vehículos para la ruta, por ser refrigerados por aire. En el recorrido por calles con abundante tráfico y a baja velocidad, recalientan. Tampoco hay ningún tipo de repuesto en la Argentina, ya que es una moto que prácticamente no se comercializa en sus versiones de uso civil.Hay demasiado en juego, mucha plata, ninguna transparencia y asqueantes complicidades.

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