sábado, 9 de abril de 2011

AGUA, ACEITE Y RESIGNACION

Escribe Enzo Prestileo para el
Semanario Noticias y Protagonistas



Si hubiera que tomar en serio la propuesta de Macri de unir a todos los candidatos opositores detrás de una candidatura única para presidente, habría que pensar que el ingeniero boquense perdió la brújula. Es una idea, por extrema, inviable. Aunque puede haber ayudado para empujar a los sectores afines a sentarse de una vez a discutir posibles alianzas.
Por momentos, el alcalde de la CABA parece resignado. El maremágnum comunicacional del Gobierno nacional todo lo ocupa, y el plan de instalar la idea de que Cristina ya ganó ha avanzado mucho más de lo que Macri esperaba. Como no podría ser de otra manera, él sigue recorriendo el país con el propósito de dar volumen a una candidatura presidencial que, si bien hasta hoy parece ser la única con chances reales de dar pelea al kirchnerismo, no consigue levantar el vuelo necesario.
Es cierto, faltan más de seis meses para el día de la votación, lo que en la Argentina es sinónimo de años. Pero la tendencia de la opinión pública de los últimos seis meses, es decir, desde la muerte de Néstor Kirchner, ha sido constante y crecientemente favorable para su viuda, la Presidente. Demasiado tiempo, creen ya muchos, como para pensar que se trata de la empatía que las personas naturalmente sentimos hacia las dolientes víctimas de fatalidades afectivas.
Esta situación, a la que se suman los resultados electorales de las dos primeras provincias que adelantaron las elecciones para gobernador, aceleró algunos tiempos y otras decisiones entre los opositores. Aunque sea un dato cierto que los padrones de Catamarca y Chubut sumados representen un porcentaje ínfimo del total, es innegable que pocos meses atrás las predicciones sobre los resultados eran muy diferentes a las que finalmente se dieron. En concreto, hasta hace poco nadie esperaba que el Frente para la Victoria ganara en la primera y empatara -más allá de quién se consagre finalmente gobernador- en la segunda.
Las derivaciones de estos resultados y de las encuestas conocidas, aun considerando que la mayoría provienen de consultoras cercanas al Gobierno, fueron las declaraciones de varios precandidatos presidenciales acerca de la necesidad de ampliar sus respectivas alianzas. Ernesto Sanz fue el primero en plantearlo, apenas conocida la derrota catamarqueña. Muy probablemente estaba anticipando lo que poco después concretaría, al bajarse de la interna que la UCR tenía prevista entre él y Alfonsín para fines de marzo.
Poco después ocurrió lo mismo con algunos integrantes del peronismo no kirchnerista. Das Neves vio cómo se sepultaban sus anhelos presidenciales debajo de los votos de los chubutenses. Y en seguida se bajó de la pelea interna que, tras la deserción de Felipe Solá, quedó reducida a la pulseada entre Duhalde y Rodriguez Saá. Varios “compañeros” intentaron que ésta no se realizara, pero los contendientes, seguros de sus posibilidades, siguieron adelante con la riesgosa apuesta que registró un virtual empate en su primer round en la Ciudad de Buenos Aires.
De Narváez no esperó a ver los resultados de esta porfía casi personal para juntarse reservadamente a discutir con su ¿ex? aliado Mauricio Macri, seguro de que más tarde o más temprano no quedará otra posibilidad que acordar con el PRO. Macri, por su parte, fue quien llegó más lejos. Propuso que toda la oposición hiciera un esfuerzo para encolumnarse detrás de un candidato único, con la expectativa de ser él mismo ese común denominador.
Una idea que el mismo Macri sabía de antemano irrealizable. Y que por lo mismo sólo puede haber sido lanzada especulando con que la aparente cuota de despojo que lleva implícita lo beneficie más adelante, volcando a su favor algún votante antikirchnerista indeciso sobre a qué opositor votar. Es obvio que juntar detrás de una misma candidatura propuestas tan diferentes entre sí como las de Macri, Carrió, Alfonsín, Sanz, Solanas, Duhalde o Binner es mucho más difícil que mezclar agua y aceite. Por eso la propuesta, como tal, estaba desahuciada antes de nacer. También es cierto que esa utópica unidad es mucho más un deseo de algunos antikirchneristas que de los propios protagonistas.
Sin embargo, lo que no debiera ser utópico es un acuerdo entre todos estos sectores para que, en caso de que a uno de ellos le toque gobernar en el próximo turno, los demás se comprometan a cumplir con el tan mentado respeto a las instituciones republicanas. Y también, en caso de que en el futuro cualquier otra fuerza acceda al gobierno, se comprometan a proponer, acordar y prometer continuar ciertas políticas básicas de Estado referidas a temas cruciales como podrían ser la educación, el combate contra la inflación, la seguridad o la política hacia el campo.
Un acuerdo de esas características no le restaría votos a ningún opositor. Por el contrario, sería un buen reaseguro para quienes dudan de la eventual actitud de alguno de ellos en el gobierno. Y en todo caso, como aspiración de máxima, aquellos candidatos, partidos o sectores que tienen al kirchnerismo como principal amenaza al funcionamiento sin autoritarismo de la democracia, podrían acordar apoyar a quien llegue a la segunda vuelta contra Cristina, si es que eso se produce.
Hasta ahí las posibilidades de avance en acuerdos no electorales opositores. Pero en lo que a acuerdos electorales respecta, lo que sí sería viable es la formación de dos polos, uno de centroderecha y otro de centroizquierda, como una forma de no dispersar tanto los votos entre muchos candidatos. En el primero estarían con seguridad el PRO de Macri, el peronismo no kirchnerista o al menos una parte mayoritaria, y algunos partidos provinciales de menor relevancia. En el segundo aglutinamiento confluirían los socialistas, el GEN de Margarita Stolbizer, Pino Solanas y los suyos y, en principio, la UCR. En éste último caso, los radicales estarían en esta coalición si fueran unidos. De dispersarse algunos de ellos, como Sanz y/o Cobos, podrían estar en el frente que casi con seguridad encabezará Macri. Y quedan Elisa Carrió y su Coalición Cívica, que bien podrían sumarse a cualquiera de estos grupos; pero no extrañaría que “Lilita” termine renegando de todos y presentando su propia candidatura.
Estas son las verdaderas posibilidades de alianzas en la oposición. Cualquier otra especulación, por ahora, entra en el terreno de la ciencia ficción.

Errores no forzados

Cada vez está más claro que los mayores riesgos de una derrota para el oficialismo provienen de hechos que el Gobierno y sus aliados puedan generar mucho antes que de lo que pueda surgir desde la oposición. La posibilidad de cometer errores graves que resten muchos votos parece estar a la vuelta de la esquina cada vez que Moyano hace -o dice- alguna de las suyas; cada vez que la ministra Garré o el canciller Timerman toman decisiones para perjudicar a Macri en la CABA; o cada vez que el patotero profesional que regentea el INDEK -Guillermo Moreno, que no se puede tratar de otra persona- miente con las estadísticas oficiales.
La resolución de retirar la custodia de la Policía Federal de muchos sitios públicos de la Ciudad de Buenos Aires generó una discusión fuerte que no dejó bien parado al Gobierno nacional, aunque éste después haya querido diferir y atenuar la medida. El acto previsto por Moyano para el próximo viernes 29, a priori en defensa del Gobierno -y de sí mismo, claro está- y de la Presidente, va a tener en ascuas a todo el personal de presidencia hasta que el camionero termine de hablar.
Paralelamente, las paritarias comenzaron. Y poco a poco, los gremios más poderosos van llegando al momento de definición. El acuerdo que logró el gremio de Moyano este año parece difícil que pueda constituirse en el techo de las negociaciones; lo que contribuirá, junto a muchas otras cuestiones, al afianzamiento de la inflación en valores muy altos para el mundo de estos días.
La Presidente querrá mantener la imagen de moderada, aun en contra de los planteos de muchos acólitos, más papistas que el papa ellos, que como González o Conti en semanas pasadas, pedirán medidas que muestren una cierta radicalización del Gobierno en algunos temas. La intención de Cristina es que, hasta el día de la elección, no se sepa mucho de lo que podría venir después, si ella gana.
¿Se impodría la moderación o, por el contrario, será el escenario perfecto para el avance final del modelo bolivariano argentino?
Pregunta muy difícil de contestar por anticipado, teniendo en cuenta que en el Gobierno conviven posiciones bastante diferentes entre sí.
Por ahora, como alguien sentenció oportunamente en su momento, todo es viento a favor para el kirchnerismo. El mundo está ayudando a Cristina, incluso cuando la mayoría de sus líderes no confía en su gobierno.

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