No queremos analizar el caso Nisman en todas sus dimensiones. Simplemente afirmaremos que tanto la denuncia del fiscal fallecido, como su extraña muerte, son sucesos que coparon la agenda de este principio de 2015. Constituyen hechos políticos en tanto fueron instrumentados como una operación contra el gobierno de Cristina, una más de las que enfrenta este gobierno, seguramente no será la última.
Es una operación política motivada por un sector de los grupos empresariales de medios y parte de la corporación judicial, como expresión pública del poder económico; de la cual muchos sectores de la oposición política pretenden sacar ventaja y a la cual un sector importante de la sociedad sirve funcionalmente como masa de maniobra (independientemente que habrá muchos ciudadanos honestos que efectivamente se sienten movilizados por anhelos de justicia)
Es una operación que no puede leerse únicamente en los términos de la política doméstica. Los intereses del complejo industrial-militar yanqui y el estado de Israel están presentes en las maniobras y operaciones de sus servicios secretos,  que inundan toda la investigación sobre la causa AMIA. La “presentación pública” del nuevo embajador de EEUU en Argentina, Noah Mamet, en el velorio del fiscal no es un dato menor a la hora de evaluar que significación y peso tiene la política dela Casablanca en este tema.
Esta operación política tiene varios objetivos y motivaciones. El primero como dijimos es “embarrar” a Cristina y su equipo. Los grupos económicos tienen decidido que este gobierno debe irse en las más completa y posible deslegitimación, envuelto en escándalos y denuncias. Pretenden de esa forma relativizar este proceso de avance popular y sobre todo, evitar que continúe. El segundo objetivo relacionado al primero es condicionar a quienes hoy aparecen como los posibles candidatos con chances de suceder a Cristina, en una especie de “pedagogía perversa” que los convenza que no habrá gobernabilidad posible sin un acuerdo con ellos, o sea, finiquitar con cualquier otra experiencia posible de autonomía del poder político frente al Poder real.

La respuesta del Gobierno
 
Cristina y el gobierno tienen una lectura correcta de la operación política, pero instrumentaron una serie de respuestas que combinan buenas y malas. No parece ser la función del poder ejecutivo la presentación de hipótesis detectivescas, menos en un marco de relativa conmoción frente a la muerte de Nisman; alimentar la operación, ya de por sí plagada de inútil y falsa información con otras conjeturas, no pareciera ser la mejor forma de aclarar el panorama.
Por otra parte aparece como acertada la decisión de reformar una parte del sistema de inteligencia (Cuestión que había comenzado con la separación de Stiuso dela SI) con la conformación de una nueva agencia federal. La influencia de sectores de los servicios en el direccionamiento de la investigación de AMIA es indudable. Es muy posible que también estuvieran detrás de la denuncia de Nisman contra la presidenta. Su vinculación con sectores del poder judicial, empresas de medios, poder político y empresarios,la CIAy el Mossad es histórica, lo que de por sí ameritaba una intervención en función de modificar esas conductas vidriosas. No queremos entrar aquí en la estúpida polémica de por qué ahora y no antes, si se realizó tarde etc. Sería como oponerse a la liberación de esclavos porque es una medida tardía que no remedia los millones de seres humanos muertos en condiciones de servidumbre. Toda respuesta política es “tardía” porque solo puede realizarse sobre condiciones posteriores, toda reforma es post.
Dicho esto, también es conveniente evaluar el proyecto de creación dela AFIen distintas dimensiones ¿Conviene la sanción antes del 1 de marzo, o es mejor otorgar un mayor tiempo de discusión pública? ¿Es posible generar un acuerdo con algún sector opositor del congreso, para generar un consenso mayor en torno al tema? ¿Se puede pensar en este marco, asumir otras iniciativas como la que propicia un sector de figuras académicas, de la cultura y el periodismo, para crear una comisión que ayude en la investigación del atentado AMIA?
Afrontar los hechos, pensando más allá
 
La  orientación a polarizar la discusión es una tentación que por otra parte no carece de razonabilidad. Somos conciente que en el fondo se juega el destino de la continuidad del proceso de avance que se dio en estos últimos años, que la audacia y determinación de los grupos económicos tiene como objetivo exclusivo ponerle un tope. Pero la conciencia de lo que hay en juego es lo que justamente nos debe llevar a analizar la situación en un plano integral. Estamos en un año  donde la disputa política naturalmente se expresará en materia electoral, en el cual los intereses de los más poderosos intentan predeterminar un escenario contrario a cualquier candidatura que exprese continuidad y profundización del proceso en marcha. La fuerza político-electoral del gobierno el FPV, con sus limitaciones y contradicciones a cuestas, incluso la de candidatos que “internalizan” dicho escenario a través de una postura política de moderación y  resignación, conserva un nivel de protagonismo y márgenes nada desdeñables para disputar con éxito.
La estrategia político electoral debe pasar por la reconstrucción de una mayoría que exprese en las urnas el apoyo a la idea de continuidad y profundización. Se trata de que a ese casi tercio del electorado, consustanciado con nuestra identidad política, se amplíe a otros sectores. De ninguna forma eso implica concesiones ni pacto con los poderes fácticos, pero tampoco arrojar a los sectores indefinidos en brazos de los opositores.
En ese marco y frente a esta coyuntura, la idea de “la grieta”, profundizando la polaridad, solamente favorece cuando la correlación de fuerzas es altamente favorable o cuando se cuenta con tiempo para recomponer, lamentablemente ninguno de los dos factores está del lado nuestro (hoy). Por lo tanto, sin dejar de denunciar la maniobra contra el gobierno, tácticamente, operar sobre las contradicciones de distintos sectores de la oposición política (al fin y al cabo, las hay, sino ya hubieran definido una estrategia electoral unificada) no parece una idea descabellada.