Tribunales de Familia | Caer en los tribunales de familia. Un ciudadano
que cuenta cómo cambió su vida desde que atravesó la mesa de entradas.
 Sin trabajo, sin casa, sin bienes, y sin poder cumplir con deudas contraídas,
es ahora declarado en rebeldía. ¿Nadie escucha a nadie acá?
Algunas veces, el ciudadano piensa, con razón, que ingresar en el mundo
 donde mandan los encargados de administrar justicia es lo mismo que
 perder toda esperanza. Los casos son innumerables, pero es ocasión propicia
 contar uno a modo de muestra de la demencial carera en la que se ve
 inmerso el desprotegido ciudadano, que no tiene más opciones que
 convertirse en un número de expediente. Es decir, casi cualquiera de
 ustedes.
Esta crónica habla de MB, un hombre cuya tragedia parece dispararse de
 la nada, cuando se separa de la madre de sus hijos, María Florencia. Valga
 como apostilla decir que los Tribunales de Familia suelen comportarse
–paradójicamente- como el ejemplo de la desaprensión y la falta de empatía,
 como si les estuviera reservado el poder de administrar el destino de simples
 cajas de cartón, o de fardos de pasto, en lugar del futuro de las personas que
 constituyen las dichosas familias. Pero bueno. Allí nadie escucha, nadie ve
, nadie habla.
En los tribunales de familia, los sufrientes se convierten más de una vez en
 fojas, en números de sello, en papeles con olor a humedad, señalados por
 otras personas que los apuntan con el dedo y les reclaman lo que deberían
 haber hecho, que nunca o casi nunca coincide con lo que se puede, se desea,
 o se ama. MB dijo en un documento judicial: “en este derrotero de más de
 tres años, en el que al inicio ingenuamente decidí acudir al resguardo de
 la justicia en el marco del planteo de una acción de violencia familiar,
 habiendo sido ya en aquella oportunidad de poco agrado el tener que
 plasmar semejantes y vergonzantes intimidades ante terceros que consideré
 imparciales, en espera de una respuesta sensata y temporal acorde las
 circunstancias”.
Las cosas para él no han hecho más que empeorar. Entre todos los tribunales
 y fueros han tomado decisiones inconexas que lo llevan de pronto a la
situación actual. Intentando recomponer el periplo, la intervención en la
 cuestión de su vínculo con sus hijos mayores cursa en el Tribunal de
 Familia N° 6, a cargo de la jueza Adriana Esther Rotonda. Allí se celebró
 un acuerdo –con anuencia de la consejera De Prada y de los profesionales
pertinentes- por el cual MB se hizo cargo de la tenencia de sus hijos mayores,
 que vivirían con él en Buenos Aires desde mediados de este año. La madre
de los niños no se opone a la cuestión, mantiene con ellos un vínculo por
 redes sociales, y determinó que viajaría a verlos cuando le fuera posible.

La caída

Pero ¿cómo se llegó a este punto? Parece ser que el hombre supo ser un
 jerárquico de la empresa Medifé, es decir un “exitoso”, con un salario
 acorde a tales responsabilidades gerenciales. Pero en octubre de 2017
 perdió ese trabajo. Ese empleo, en base a cuyo salario se habían
 determinado las responsabilidades de cuota alimentaria para con
 sus hijos. Un salario que ya no percibiría. Por eso incumplió con el
 tribunal, y con todos sus acreedores, razón por la cual en este momento
 sus bienes se encuentran inhibidos, tras el reclamo de la madre de los niños.
MB refiere que, a pesar de haber perdido el empleo, continuó depositando
 la cifra acordada para el pago de las cuotas de la escuela privada a la que
 concurren los pequeños, más el sueldo de la niñera que se quedaba con
 ellos cuando su madre trabajaba. Llegado un momento, informó que ya no
 podría hacerse cargo de los haberes de la cuidadora, por lo que se decidió
 suspender su servicio. El dinero se depositaba regularmente en la cuenta
 del Banco Francés de la madre.
Pero sucedió que a mediados de 2017, uno de los niños mostró una
 liquidación de las cuotas impagas de la escuela, por lo que MB decidió
 comenzar a depositar el dinero directamente en la cuenta del instituto
 privado al que concurren ambos hijos. También comenzó a pagar
directamente las cuotas del club al que los niños concurren a practicar
 natación y tenis, así como el monto del viaje de egresados de uno de
 ellos, seguramente temiendo que la madre no utilizaría el dinero para
los fines previstos, atento a lo que había sucedido con las cuotas de la
escuela. Pagaba también el abono del celular y el servicio de Spotify,
también de manera directa. Aunque su nivel de ingresos se había
 modificado mucho, continuaba realizando los pagos, así como solventando
 la manutención de los niños durante todas las temporadas de vacaciones
 que pasaban en Buenos Aires, gastos de ropa y demás elementos d
e necesidad. El seguro de desempleo asciende a $2.000.

Sucede que poco tiempo antes, se sumó a lo anterior una nueva causa
en el Tribunal de Familia N°2, a cargo de la jueza Andrea García Marcote
, ante el cual la señora VM comprobó la filiación de una tercera hija
, a través de la pericia de ADN. Es decir que se sumó a lo anterior una
 niña pequeña, que requiere y merece de su parte idénticas condiciones
 de manutención que los hijos anteriores. Pero claro, está en otro tribunal,
que nada sabe de lo que viene sucediendo en el 6, ni de la inhibición general
 de bienes que opera sobre todo el patrimonio de MB, por requerimiento
 de su primera mujer. Es decir que el Tribunal 2 reclama, pero no está al
 tanto de que el padre no puede vender ningún bien para hacer frente a
 los depósitos de dinero que se le exigen.

Sin casa

Como si esto fuera poco, la casa en la que MB vivía con sus hijos está
 ahora
 ocupada por la mamá de su nueva tercera hija, por orden del Tribunal
 en lo
 Civil y Comercial N°2, que nada parece saber de las exigencias
 impuestas
 por los dos tribunales de familia. Si bien la mujer fue intimada para
 devolver
 la casa en una determinada fecha, no la ha cumplido, y según parece no
 piensa hacerlo.
MB no hace más que acumular deudas porque ya no cuenta con el
 salario
 de otrora para enfrentar sus obligaciones de cuota alimentaria.
 Ya se
 encuentra en mora con el Banco de Galicia por un crédito personal y
 dos tarjetas de crédito. Debe las cuotas de la hipoteca de la casa en la
 que vive su tercera hija, pero que él no puede habitar. Le debe también
 al Banco Santander Río.
Por eso solicita a los tribunales que se determine una nueva cuota
 alimentaria, más acorde a su nueva realidad económica, y que se
 levante la medida cautelar sobre sus bienes, para que le sea posible
 vender el auto, y hacer frente a sus deudas y compromisos. También
 solicita que se le extienda una copia del documento que determina la
 inhibición, para que él pueda presentarlo ante los bancos con los
 que se
 encuentra en mora, para justificar su situación y la voluntad de pago.
MB tuvo que mudarse a Buenos Aires, y como se dijo, se llevó con él a
 sus dos hijos mayores que al presente se encuentran bajo su exclusiva
 responsabilidad económica. Por eso se dirige al Tribunal 2, en el que
cursa su relación con la madre de su tercera hija, la que no quiere
 devolverle la casa aunque la justicia la haya emplazado, y dice: “(…)
 solicito sea tenida en consideración mi realidad en su totalidad, y no
 fragmentada en distintas causas como realidades paralelas, donde no
 sólo la realidad y necesidades de D sean el eje de la cuestión, las cuales
 siempre cubrí, y que han sido protegidas de forma exagerada en
 detrimento
 de los derechos y necesidades de mis otros dos hijos”.
Es decir: júntense todos y decidan en conjunto. Lo que necesita es que la
justicia deje de actuar de manera fragmentaria en tres frentes y le dé una
respuesta unívoca a esta realidad, que le permita honrar unas obligaciones
 que él desea cumplir. Pero así no puede. Necesita disponer del patrimonio
 que un fuero bloquea, para poder responderle al otro. Necesita disponer de
 la casa, porque un tribunal le ha dado la custodia de sus hijos, y otro le
 impide disponer del sitio donde habitar. Como siempre: un edificio lleno
 de gente que  jamás se comunica, ni reúne datos. Una justicia que trata
 a la
 gente como si fuera descartable.