para clarin.com.ar
La falta de deseo ya es la primera causa de consulta de disfunción sexual entre mujeres jóvenes. Dicen que es porque sus parejas no saben estimular.
Las pupilas de una mujer deseante se dilatan. Sus músculos se tensan, la respiración se agita. Tiene la boca en cuarto menguante. El corazón pulsa y la sangre corre como los rápidos de un río. Quince segundos surfeando en esa cresta erótica. Apenas eso. Puro placer. Pero dice que no, que hoy no. Como ayer, cuando también se negó. Dice que el cansancio, que el final de la última materia que le queda por recibirse, que le duele la cabeza. Dice que no, que hoy no. Como dijo ayer: “No tengo ganas”. Lo no dicho es lo que piensa, que el sexo con su pareja se ha vuelto mecánico, poco espontáneo, de rutina. Y que así no hay ganas de nada porque de novedoso hay poco, porque el sexo se volvió un manual de instrucciones que sabe de memoria.
Ella no piensa surfear esa ola. Dice que no como dijo ayer, anteayer, como hace tanto que ya no sabe.
La falta de deseo sexual –el hecho de que no surjan espontáneamente las ganas de tener relaciones– ya es el primera causa de disfunción femenina. De acuerdo a los especialistas consultados por Clarín,superó a la anorgasmia, patología típica que justificaba la visita al médico. A contramano de lo que sucedía antes, cuando las que consultaban eran menopaúsicas, hoy la falta de interés en el sexo lo padecen mujeres jóvenes, de entre 25 y 35 años, sexualmente activas y en edad fértil. Se trata de personas sanas, que no sufren diabetes ni afección en la glándula tiroidea, dos enfermedades que atentan contra la líbido. Tampoco toman medicación en forma crónica ni son depresivas. Las razones, explican los expertos, son varias, como el estrés, el cansancio, la inexperiencia por la baja en la edad de inicio sexual y la inhabilidad del compañero para brindar una buena “previa”.
Pero el interés sexual de aquella mujer que dice que no, no está anulado. En realidad, ella preferiría que su pareja cree un contexto, que la corteje. Necesita –es su derecho– atención y esmero. La dificultad es que no sabe o no se anima a decir dónde prefiere que la acaricien o por qué quiere que le susurren “eso”.
Las mujeres jóvenes esperan una “previa” del sexo que se ajuste a su mapa de excitación. Lo que no esperan es que ellos las entiendan.
“Los varones tienden a genitalizar la sexualidad y sostienen en su imaginario que son quienes ‘nos hacen gozar’ a nosotras. Por nuestro lado mantenemos el mito de que la sexualidad es exitosa si logramos satisfacer a nuestro varón.
Nos ocupamos más de saber sobre su deseo que sobre el nuestro. Esto provoca que nos cueste poner nuestra marca en el intercambio amoroso, nos cuesta pedir, mostrar nuestras necesidades, estimular cambios”, observa Adriana Arias, psicóloga y sexóloga.
En las mujeres, es posible dividir en cuatro etapas un encuentro sexual: excitación, meseta, orgasmo y resolución. Puede suceder que el deseo aparezca una vez que la mujer es estimulada, es decir, en la fase de la excitación. Puede suceder, también, que una mujer no logre el orgasmo. Sepa, varón, que nada en la sexualidad femenina es lineal. Es misteriosa y compleja.
La sexóloga Diana Resnicoff, secretaria general de la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana (SASH), es concreta: “El deseo sexual no arranca en la cama”.
No sólo eso, agrega que a las ganas hay que reavivarlas, ser creativos, calentar la cabeza. ¿Cómo? “Un mensajito de texto, una foto erótica enviada desde el celular, una comida, música, aromas. Contar una fantasía. Esas son buenas maneras de alentar el deseo”, sugiere. ¿Pero los varones se entusiasman con esta idea? “Claro, cuando se dan cuenta de que es positivo para ellos, lo empiezan a hacer”, responde Resnicoff. Y darse tiempo para el encuentro, tiempo para dejar atrás un día cargado de obligaciones domésticas y profesionales.
Cuánto hay de frustración en la falta de deseo lo plantea Adrián Helién, sexólogo clínico del hospital Durand: “Pasamos de la imposibilidad del derecho al disfrute al discurso consumista y mediatizado de los cuerpos idealizados.Esta mujer moderna se exige ser ‘orgásmica’, de buen rendimiento. Eso puede llegar a ser frustrante”, concede. El especialista habla del mapa de la excitación, una radiografía personal que se logra con la masturbación. “A veces los pacientes vienen en busca de una pastillita que solucione todo. Pero la respuesta la tienen ellos”, agrega.
La disminución de la libido antecede a un problema más grave. “Los daños colaterales suelen ser reproches del tipo ‘no me amás, no te excito’, ‘hay otro/otra’. Con el tiempo estos ‘desencuentros’ llevan a la anorgasmia”, explica el sexólogo Juan Carlos Kusnetsoff. Esta disfunción sexual puede resolverse con una terapia breve. Un poco más de los quince segundos que lleva surfear una ola.