Escribe José Luis Jacobo

El diario Argos de Buenos Aires, fundado por el ciudadano inglés Santiago Spencer Wilde
 en 1821, bautizó a la manzana ubicada entre las calles Bolívar, Moreno, Alsina, Diagonal
 Julio A. Roca y Perú como “la manzana de las luces” por las instituciones intelectuales que
 a la época tenían sede en la misma. Por oposición, hace años que no dudo en caracterizar a la
 cuadrícula delimitada por las calles San Martín, Hipólito Yrigoyen, La Rioja y avenida Luro
 como “la manzana de las sombras” marplatense, en la que cuesta hallar cualquier clase de
 luminosidad, sea ésta política o intelectual.
En esa manzana ensombrecida, un pequeño conglomerado de medios vernáculos urgidos
 de gacetillear sobre la paupérrima actividad de la fauna lugareña que cree que hace política
o interactúa con el poder, se muerde la cola a diario alrededor de un grupete variopinto de
 actores de reparto que busca mantener sus prebendas a como dé lugar, haciendo caso omiso
 a dos situaciones: que a Carlos Fernando Arroyo lo votó la mayoría de esta comunidad
 marplatense -y por ello hoy es el intendente-, y que Florencio Aldrey Iglesias podrá exhibir
 fotos con el poder político presente, pero su realidad es el limitado paseo por el espacio al
 que le colocó su nombre, lo que lo revela más como un mayordomo ególatra que como
 alguien que concentra poder real y verificable.
En estos días, a las puertas de duras decisiones administrativas con impacto sobre la marcha
 de los asuntos públicos de la ciudad, en su persistente actitud de generar acoso mediático
para esmerilar la figura del intendente, la cadena de corte y pegue, liderada por el multi
Aldrey, graznó de lo lindo, reclamando un funcionariado que ocupe gratis los cargos antes
que dejar de abonar horas extras, reducir el uso de vehículos públicos, o dar de baja onerosos
 alquileres que en número desquiciado había contratado las desadministración GAP. Canal 10,
 partícipe necesario de la blitz contra Arroyo, llevó adelante una encuesta para agigantar el fuego,
 preguntándole a la audiencia su opinión acerca del recorte de horas extras a los municipales.
 Sorpresas te da la vida: 76% de quienes contestaron manifestaron estar de acuerdo con la
 medida, un 23% se manifestó en contra, y el residual se colocó en un inocuo “no sabe, no contesta”.
El vecino, con razón o sin ella, no ama a los agentes públicos, de cualquier jurisdicción. Nadie
 que se levanta todos los días a trabajar y pagar impuestos está feliz con un sistema endogámico
 que siempre busca su autosatisfacción y es percibido como renuente a devolver en servicio al
 vecino lo que éste contribuye a su salario. El secretario de Gobierno Alejandro Vicente señaló
 esta semana: “vamos a terminar con el gasto ocioso e improductivo”, en tanto que Daniel
 Núñez, presidente del Comité local de la UCR, sintonizó eficazmente con el Ejecutivo, y
 precisó: “los dirigentes municipales fueron cómplices del pultismo”.
No lo van a hacer, pero esta sociedad merecería la publicación de la lista completa de todos
 los que ingresaron por la ventana durante estos últimos ocho años, como los hijos, primos
 y queridas de los dirigentes del SIM. El adjunto de Antonio Gilardi, Daniel Azcárate, elige
los canales de comunicación adictos -nada “caros”, por cierto- para hablar de “la problemática
 del empleado municipal”, como si fuera un estadista preocupado por la suerte de su prójimo
 más próximo. Hay tanta hipocresía en toda esta movida, que si fuera un crimen capital
 deberían estar encerrados por los siglos de los siglos. Caraduras, mendaces; al decir de
 Ibsen, enemigos del pueblo.