miércoles, 23 de julio de 2008

ECONOMIA FACTORIL

El artículo que se reedita a continuación apareció en pleno apogeo de la presidencia de Néstor Kirchner.

Hasta ese momento la atracción del polo de desarrollo económico industrial era fogoneada desde el poder ejecutivo dejando para más adelante algún tipo de solución a los sectores de la agroexportación y de la agroproducción, nacionales y extranjeros, que ya hacían sentir sus presiones usando el tema de la carne como punta de lanza.

Hacia la última etapa de su mandato, Néstor Kirchner cedió parcialmente en el litigio por regalías que emprendiera la megasemillera norteamericana Monsanto, empresa que había logrado filtrar sus intereses en la protesta rural. Por cierto, Las entidades del campo también se doblegaron dócilmente en la ocasión ante Monsanto tras haber efectuado algunas protestas tímidas (CA, "La retención buena y la retención mala". )

En el discurso de asunción de su cargo, la nueva presidenta, Cristina Fernández, puso énfasis en una estrategia basada en la producción de alimentos tanto para el necesitado mercado interno cuanto para el mercado externo.

Se advierte, entonces, una evolución pragmática del kirchnerismo de retorno forzado al rol que la Argentina cumple en el concierto (o desconcierto) de las naciones desde su origen: la factoría agrícola que tantos historiadores y analistas culparon del atraso e indefinición en que se encuentra.

La factoría y los diarios

El Comercial, de Formosa, en su edición del 4/9/05 decía que especialistas indicaban que la única forma de lograr un crecimiento sostenido de la producción y del empleo en la Argentina del tercer milenio es a través de un "modelo exportador".
El esquema de sustitución de importaciones – decía el diario que decían los especialistas - no es consistente con el crecimiento sostenido de la producción y el empleo.
IERAL - que nuclea a los especialistas de la Fundación mediterránea invocados por el diario – consideraba que la posibilidad de mejorar la grave situación del mercado de trabajo dependerá de la creación de empleo asociado al sector externo. Y finalmente postulaba que atacar los problemas del mercado de trabajo es sinónimo de promover la creación de empleo formal y competitivo.

El convidado de piedra de la exportación

Sin embargo los números disponibles en la edición de aquella fecha de La Voz del Interior de Córdoba decían que desde la salida de la convertibilidad, mientras los precios al consumidor se habían incrementado el 65 % y los asalariados registrados habían percibido una suba en sus ingresos del 70,7 por ciento, los no informales se habían recuperado sólo el 24,2 %, sin contar con que los empleados públicos apenas habían recuperado el 17,6 %.

Citaba el diario al especialista Artemio López: "Hay otro problema: el 47,8 por ciento de los asalariados son informales y cobran por debajo de los 500 pesos, además de que la desocupación de 15,4 por ciento (sin planes sociales), que sigue siendo muy alta".

Los asalariados registrados que recuperaran un 70, 7 % desde la devaluación, a causa de ella habían transferido a los empresarios más beneficiados por la medida un 40 % de la participación de su salario en el PBI. Los informales – entre los que estaban comprendidos los sectores sociales más bajos - habían transferido el 70 %.

Cobrar dólares y pagar vales

De manera que los empresarios de la agroindustria y los hidrocarburos – los que primero reaccionaron a la oportunidad exportadora – y seis meses después, los textiles y metalúrgicos, durante el psicodélico año 2002 tenían cobradas sus exportaciones en dólares y pagados los salarios en patacones, bofes y otros 16 vales de compra de circulación restringida.

Los subcontratados

El 80 % de la industria es pyme vinculada al mercado interno. En ella trabaja ese 48 % de informales cuyo salario pierde por robo la carrera contra la inflación. Tanto los patrones como los empleados de ése sector son subproveedores en la cadena de la exportación. Si se formalizaran como proponía IERAL, deberían resignar aun más su participación en el PBI para no alterar la ventaja comparativa de los grandes exportadores: salario directo bajo, nada de salario indirecto ni de derechos laborales (ver www.cartaargentina.com.ar , 3 / 9 / 05 : ".Wal Mart: el progreso invertido" por Luis Casado Ledo, y CA, 2 / 9 / 05: "Todos los signos vitales son buenos si no se los mira de cerca") ni representación colectiva sindical de los trabajadores.

Los tres modelos exportadores

Se pueden considerar tres modelos de países exportadores. Los que exportan energía – petróleo, gas o electricidad y alimentos en bruto – como Nigeria, Bolivia, Paraguay y Uruguay. . Los que exportan energía humana o mano de obra casi sin costo, como Indonesia, Nicaragua y Brasil. Los que exportan todo eso incorporado a productos industriales de diversa calidad excedentes del mercado interno: China, India, Corea.

La argucia de la exportación como factor de desarrollo

Para tomar el ejemplo de mayor dimensión, China sólo exporta el 10 % de su producción y es un país industrial. Sigue el ejemplo de las actuales potencias que dieron prioridad al desarrollo de las fuerzas productivas y en consecuencia al enriquecimiento interno. Los bajísimos salarios de bolsillo chinos están compensados por salud, educación, transporte y herramientas gratuitas o de bajo costo. Este país que se perfila como una de las primeras potencias del mundo, primero desarrolló una capacidad militar de temer, y bajo ése pretexto, una industria pesada, avance tecnológico, y, en fin, una estructura social y económica complejísima. Eso es lo que la hace competitiva y no el salario bajo.

Los demás ejemplos citados también suelen exhibirse como paradigmas de pobreza o extrema iniquidad.

Autor/Fuente: Carlos Dure(Carta Argentina)

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