*Juan Carra
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La media sanción otorgada en Diputados al proyecto de Ley de Servicio de Comunicación Audiovisual se convirtió en un primer paso necesario para avanzar hacia la sanción definitiva de la controvertida normativa.
Son muchas las cosas que se han dicho en los diferentes medios de comunicación desde que el proyecto comenzó a gestarse, sin embargo, la información que circula en torno a este debate deja una primera impresión que a lo largo de los días se va confirmando. Una vez más, el debate político de fondo, el real, no está arriba de la mesa.
“Es una ley necesaria para terminar con la herencia de la dictadura militar”; “Hay que desmonopolizar el espectro”, dicen algunos; “Es la nueva ‘Ley mordaza’ que atenta contra la libertad de expresión” o “Esta Ley es una revancha del gobierno contra Clarín”, replican otros.
Debate maniqueo, bipolar, sin posibilidades de “debate real” y todo esto alimentado por los medios de comunicación, cada uno con la “verdad” más conveniente a sus intereses empresariales. Los medios-empresas de comunicación trafican opinión por información, construyendo una realidad de acuerdo a sus intereses.
Muchos de ellos cayendo en un “terrorismo informativo”, capaz de causar pánico en aquellos que deciden deglutir sin masticar lo que los mass-media propagan.
El día después de la media sanción, encendí la radio, y en uno de los programas de mayor audiencia de la AM local, escuché a una oyente decir, en un mensaje, que “estaba indignada por lo que estaba pasando con la ‘Ley de medios K’ –opinaba la señora, mientras remataba con un conmovedor saludo- y gracias por darme este espacio, porque una vez sancionada esta Ley ya no podremos hablar más por la radio”.
Inexplicable. O mejor dicho, la explicación es clara: son tantas las mentiras que se propagan por los medios que la gente termina creyendo cualquier cosa.
¿Cuántos de los que hoy hablan a favor de la libertad de prensa atacando el proyecto lo habrán leído? Y ¿cuántos de los que repiten frases vacías defendiéndolo conocen a fondo el articulado? Por lo que se escucha imagino que pocos. Sin embargo, se sigue opinando.
Un viejo proverbio africano dice que “el día que los leones tengan sus historiadores, las historias de cacerías seguro serán distintas”. Nada más claro. Por un lado, los medios que responden al principal grupo económico que se ve afectado con la futura Ley marcan las flaquezas del proyecto –lo cual no está mal- pero ocultan las grandes virtudes del mismo.
Por otro lado, los medios que abrazan la política del gobierno, defienden este proyecto como si fuera la carta de presentación de un gobierno desmonopolizador y pluralista.
Ni una cosa, ni la otra. Hay terceras –incluso cuartas y hasta quintas- lecturas.
Quizás a los primeros habría que recordarles que este proyecto de ley, -que es producto de un extenso debate entre diferentes sectores vinculados a la comunicación- plantea una ampliación del acceso al espectro de radio frecuencias, ya que propone tres tipos de administradores: privados con fines de lucro, el Estados y privados sin fines de lucro –donde se incluyen cooperativas, ONG, radios comunitarias, sindicatos, y demás organizaciones de la sociedad civil-. Sin embargo, esto –y aquí una aclaración para el grupo de defensores a ultranza- no significa de por sí “democratizar el espectro”, ya que será necesario evaluar quiénes accederán a esas licencias, los mecanismos de acceso y los entes de control/adjudicación, para saber realmente si podemos hablar de “democracia”.
Otro elemento importante a remarcar es la falacia que recae sobre la frase “Es necesario terminar con la ley de la dictadura”. Si bien es real que la actual Ley de Radiodifusión (22.285/81) fue sancionada durante la última dictadura militar, y que es necesaria una nueva reglamentación más moderna y democrática, desde el gobierno se apela a este elemento para sostener los últimos resquicios de su fachada progresista. No se pude perder de vista que de su texto original, sólo quedan las firmas y el horrible recuerdo de la censura. Las importantes y reiteradas modificaciones realizadas por los gobiernos democráticos dieron a la ley el actual carácter monopólico. Bastará recordar la Ley de Reforma del Estado del menemismo para saber que el espectro se desreguló en los ‘90 y no en los ‘70; y que fue en la misma época que se reformó el artículo que impedía a un dueño de un medio gráfico ser poseedor de una frecuencia electromagnética… O quizás, sea importante recordar que la casi perpetuidad que gozan algunos empresarios sobre sus licencias está garantizada por un decreto del gobierno de Néstor Kirchner (527/05), el mismo que ahora se viste de Tarzán y sale a la jungla a combatir a los leones.
Quizás el gobierno se olvida, en su afán setentista, que hay otra Ley –aparte de la ya mencionada- que sobrevive desde la dictadura. La Ley de Entidades Financieras (21.526 sancionada el 14 de febrero de 1977), que beneficia claramente a las entidades bancarias por sobre los intereses de la población.
Habrá que ver qué pasa realmente una vez que se sancione la Ley –si en el Senado no hay algún voto “No positivo” inesperado-. Supuestamente, los empresarios tendrán un año para entregar las licencias excedentes.
Sin embargo, una Ley –según la jurisprudencia argentina- no puede legislar hacia el pasado. En este sentido, las licencias que Kirchner extendió –beneficiando sobre todo al Grupo Clarín- no entrarían en el paquete que la ley afecta, a no ser que se derogue el decreto mencionado. Al respecto, “el proyecto de ley ha considerado las prácticas de concentración ya operadas al momento de sanción de la ley, estableciendo que las mismas no pueden ser alegadas como derecho adquirido, ya que la preservación de la diversidad y el pluralismo no pueden asentarse en un sector ya excesivamente concentrado”.
De este punto no se habla mucho, quizás sea la carta de negociación que tenga bajo la manga un gobierno que supo sentarse a la mesa de Ernestina cuando la comida todavía estaba caliente.
En síntesis, la importancia del debate sobre la necesaria Ley se ha obturado por las posiciones maniqueas y la mentira. Miente miente, que algo quedará, dijo alguna vez el publicista del nazismo Joseph Goebels… y no se equivocaba.
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1 comentario:
hola
me gusto mucho su articulo, me gustaria transcribirlo integramente en un medio de comuncacion on line que tengo en mi pais(paraguay)la pagina web es www.laprensa.com.py
anibal@laprensa.com.py
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