domingo, 22 de noviembre de 2009

LAS PATAS DE LA MENTIRA

por Hugo E. Grimaldi (*)

En el ojo de la tormenta, Mauricio Macri estaba en España sacándose fotos con el rey Juan Carlos, cuando se le cayó la estantería policial. Las balas comenzaron a picarle cada vez más cerca, a partir del fuego graneado que ordenó Néstor Kirchner desde Olivos. Por su poca cintura política, el Jefe de Gobierno porteño, candidato potencial para 2011, resultaba el blanco ideal para un kirchnerismo fogueado en mil batallas, sobre todo en permanentes operaciones dialécticas de esmerilamiento.Hay un precepto K en materia de opinión pública que dice que "si no podemos quedarnos con las tapas de mañana, al menos compartámoslas", en relación a los titulares de los diarios que se imaginaron exclusivamente dedicados al descargo de Macri ante las derivaciones de las escuchas y el espionaje del ex comisario Jorge "Fino" Palacios. Y allí salió a la palestra Aníbal Fernández, el más grande comunicador que tiene el Gobierno, el más verborrágico, el más informado y el más culto seguramente, micrófono en ristre, a cumplir la misión, aunque las referencias que hizo a Richard Nixon y al modo en que tuvo que irse del gobierno de los EE.UU. sonaron como música para los oídos de Jaime Durán Barba, el ecuatoriano que asesora comunicacionalmente al Jefe de Gobierno porteño.La primera falla que detectó el experto en la jugada de Kirchner fue la importancia que se le daba a Macri, ya que se lo elevaba al status de contrincante superior, con un nivel de repulsa similar al que se siente en Olivos por el campo, los medios o las empresas, ya que en la mesa chica del kirchnerismo, aunque con el tiempo esta circunstancia no se verifique, hoy se percibe al intendente capitalino como el gran contrincante para el año 2011.Tras el penoso peregrinar del gobernador correntino electo, Ricardo Colombi, por todas las oficinas del Gobierno hasta llegar a la Presidenta, periplo que desacomodó a la Unión Cívica Radical y que sucedió en paralelo con la crisis porteña, la oportunidad de Macri para ponerse en víctima estaba cantada y de allí que se pergeñaron los chascarrillos que inundaron las pantallas de televisión y los diarios del día siguiente: "no nos pueden comprar a todos" y el más mediático, "no nos van a parar". Durán sabía que ese discurso iba a calar hondo entre los porteños, pero no por defender a su jefe, sino porque el distrito no tolera siquiera escuchar hablar de los Kirchner y porque sabe que nada les viene bien sobre su proceder. Por supuesto, que no faltó el golpe bajo para Aníbal F. -una "pelea de alta peluquería", diría el Jefe de Gabinete, aunque esta vez masculina- que llegó por el lado de la corrupción y el símil con la caída del ex presidente brasileño Fernando Collor de Mello.Para colmo de males para el Gobierno, tanto en este caso como en el que se ventiló después del espionaje oficial en el edificio Watergate, el detonante de ambos relevos presidenciales fue la mentira de los gobernantes, mientras que aquí, y en paralelo, también saltó a las tapas de los diarios el video que tenía guardado Canal 7 sobre la presencia concreta del venezolano Guido Alejandro Antonini Wilson en la casa Rosada, definido alguna vez también por Fernández como "mequetrefe de alquiler", cuando pedía pruebas y decía que a ese personaje no se le podía creer que había estado en el Salón Blanco participando de un acto oficial.En su fuga hacia adelante, y aunque que las imágenes originales habían sido tomadas y distribuidas por una empresa que trabaja para el Gobierno y que hoy se ocupa del Fútbol para Todos, Aníbal F. no reconoció el hecho en primera instancia e insistió en que quería ver todo el video porque sólo tenía por delante un fotograma.Pese a toda esta ensalada de situaciones y más allá de los ladridos mutuos, lo cierto es que el Gobierno logró el objetivo de compartir las tapas de los diarios del día siguiente, aunque el tufillo del desgaste llegó más para sí mismo, por haber querido aprovechar la situación y además por el caso Antonini, que para el propio Jefe de Gobierno, quien osó meter sus pies en el barro de la Policía Federal sin pedir permiso alguno, situación que podría empezar a remediar con gestos más políticos de acercamiento y cooperación el nuevo jefe designado de la Metropolitana, Eugenio Burzaco.Sin embargo, hay algo que comparten Macri y Kirchner plenamente, como es la mediocridad de sus respectivas gestiones. Al respecto, la crisis que envuelve por estos días a la Nación y a la Capital Federal ha dejado pistas bien claras sobre el necesario equilibrio que debe darse entre el manejo de los gobernantes y la ejecución al frente del Estado. El caso Macri revela que tener cero política, como es su caso, definitivamente asegura una mala gestión, mientras que por el lado de Kirchner, su contracara, hacer demasiada política no es garantía de buena ejecución. Por su poca experiencia gubernamental, probablemente el macrismo aún tenga chances de cambiar, pero el kirchnerismo ha hecho de ese modo de encarar la política su razón de ser y parece difícil que retroceda.La prueba está en que para ejecutar nuevamente el mismo libreto, el ex presidente se fue el jueves a Comodoro Rivadavia a confrontar mano a mano desde la tribuna con el gobernador chubutense, Mario Das Neves, otro de quienes dice que quiere pelear con el ex presidente en las primarias de 2011 dentro del justicialismo. Kirchner llegó con una fuerte custodia, ya que el clima estaba muy caldeado por enfrentamientos de gremios que representan a las facciones en pugna y hasta hubo balazos en la ciudad. Habló de "puente de amor", de "poner la otra mejilla", pero le endilgó a Das Neves varios sablazos, hasta sugerirle hablar con la presidenta de la Nación.Junto a él estaba Julio De Vido, el dueño de la chequera de las obras públicas y una corte de cinco gobernadores, justamente de cinco provincias alineadas que pueden dar testimonio de cómo se vive en esos distritos bajo el calor oficial. Al respecto, al gobernador bonaerense le cabe la misma frase con que se inició este Panorama: en el ojo de la tormenta, Daniel Scioli estaba en Chubut sacándose fotos con el ex presidente, cuando los vecinos de Wilde clamaban por la inseguridad en la puerta de la comisaría.Por supuesto que, fiel a su costumbre negadora, ya el gobierno nacional ha comenzado a sembrar dudas sobre la legitimidad de los reclamos y, pese a que esa zona hay desarmaderos conocidos por todos y que la mayoría de los delitos que se suceden -y el de la muerte de la catequista Renata Toscano también- tienen como objeto el robo de autos, todo se reduce a que parece que se ha detectado la presencia de activistas políticos que enfervorizan a la gente.Pese a estas excusas y a que el gobernador Scioli prometió presencia de la Gendarmería, los vecinos de la zona ya desde hace tiempo han tomado medidas para blindar sus casas y no sólo rejas o puertas dobles, sino alambre de púas y vidrios en punta sobre el borde los tapiales.En este punto, valen recordar dos discursos que hizo la presidenta de la Nación el viernes por la mañana, con minutos entre uno y otro, y que pueden sonar algo contradictorios en los conceptos a la luz de situaciones concretas de todos los días como la Wilde, uno dirigido a quienes (presumiblemente Mauricio Macri) no se hacen cargo "de todo, de lo bueno, de los errores y de lo malo", al tiempo que afirmó que ella no era de las personas que "nunca" en su vida "le ha echado las culpas a los demás de lo que puede haber sido un error, un desacierto mío o una política mía, me hago cargo de todo".La otra alocución presidencial registró una frase de alto impacto destinada a describir cómo ve las cosas la prensa ("si yo mañana me parara frente al Río de la Plata, las aguas se abrieran y yo llegara caminando a Montevideo el titular sería: finalmente se supo, Cristina no sabe nadar"), aunque lo más importante fue el colofón, cuando aseguró que "la prensa busca la autodenigración y la baja estima nacional para debilitar al Gobierno", aunque ella dijo que también cree que "no hay que preocuparse tanto por ese clima constante que quieren instalar desde algunos medios de que todo está mal, de que todo es horrible".La raíz de este nuevo enojo puntual de la Presidencia con los medios estuvo en la transcripción y en la interpretación de su visita a Brasil en la semana, a la luz de lo poco efectiva que resultó en hechos concretos y sobre todo a que se pateó para adelante el arreglo de las licencias de importación que ambos países se colocaron mutuamente, primero la Argentina a instancias de Guillermo Moreno, para trabar el comercio bilateral, mientras el país se surte de los mismos productos que no le compra más a Brasil, a veces a precios de dumping, en China. En este punto, el socialista Lula le refregó en la cara a la Presidenta el manual de las ventajas del libre comercio.Pero para medir el verdadero calibre del viaje, a esta parte del fragoteo del día a día que los diarios argentinos reflejaron casi como "fracaso", lo que parece que no gustó demasiado, hay que agregarle otros aspectos que no trascendieron demasiado en la Argentina, pese a que la prensa brasileña lo reflejó con lujo de detalles, casi como un triunfo.En su discurso, Lula prácticamente solicitó un coto de caza para que los empresarios de ese país vengan a invertir en la Argentina por la vía de compra de empresas locales, que según el presidente "será una forma de disminuir el déficit comercial, porque cuánto más inversiones Brasil haga en la Argentina, mayor será el número de empresas brasileñas (que estarán) vendiendo productos argentinos para Brasil y más equilibrada estará la balanza comercial. Los empresarios de los dos países precisan comprender la importancia de ese equilibrio", disparó el brasileño casi de modo sorpresivo y aseguró que en 90 días llegarán a Buenos Aires para discutirlo.Aunque sabiendo cómo opera Itamaraty y cómo la Argentina acaba de reconocer en boca de su Presidente su calidad de "socio menor" del gigante es más que probable que ellos ya lo den por hecho y que se animen a pasar de frigoríficos y cementeras a las ligas mayores

.(*): DyN.

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