*Alberto Castagnoli
El 22 de agosto de 1951 el temple de una mujer amada por su pueblo se puso de manifiesto en toda su dimensión. Eva Perón, en un acto multitudinario -el más grande que se había visto en la Argentina-, y ya con el cáncer a cuestas que comenzaba a carcomerla, tuvo, en una verdadera asamblea popular, uno de los diálogos más profundos y emotivos con su gente. Desde entonces, ese día ha quedado en la historia de las luchas populares como el Día del Renunciamiento, marcando a fuego una comunión entre esa mujer y su pueblo que aún hoy, cincuenta años después, conmueve por la sinceridad.Evita, en el Cabildo Abierto convocado por la CGT en las avenidas 9 de Julio y Belgrano de Buenos Aires, frente al entonces Ministerio de Obras Públicas, ante el anuncio de que se le ofrecía ser candidata a vicepresidente del general Perón en las siguientes elecciones del 11 de noviembre le habló así a más de un millón y medio de trabajadores: “Hoy, mi general, en este Cabildo del Justicialismo, el pueblo que en 1810 se reunió para preguntar de qué se trataba, se reúne para decir que quieren que Perón siga dirigiendo los destinos de la patria”.Espejo, secretario general de la CGT, propone a Eva Perón como compañera de fórmula. Y ésta responde:“Mis queridos descamisados: yo les pido a los compañeros de la CGT, a las mujeres, a los niños, a los trabajadores aquí congregados, que no me hagan hacer lo que nunca quise hacer. Yo les pido a la Confederación General del Trabajo y a ustedes, por el cariño que nos une, por el amor que nos profesamos mutuamente, que para una decisión tan trascendental en la vida de esta humilde mujer, me den por lo menos cuatro días más para pensarlo”.Terminante, el pueblo no quiso esperar más, pidiendo su aprobación en ese mismo momento, a lo que Evita continuó diciendo: “Compañeros: Yo no renuncio a mi puesto de lucha, renuncio a los honores. Yo me guardo, como Alejandro, la esperanza, por la gloria y el cariño de ustedes y del general Perón.“Compañeros: les digo a todos que yo tenía tomada otra posición pero haré al final lo que el pueblo diga. ¿Ustedes creen que si el puesto de vicepresidente fuera una carga y yo hubiera sido una solución no hubiera contestado que sí? Es que estando al lado del general Perón en el gobierno, el puesto de vicepresidente no es más que un honor y yo aspiro nada más que al honor del cariño de los humildes de mi patria.“Compañeros: se lanzó por el mundo que yo era una mujer egoísta y ambiciosa y saben ustedes muy bien que no es así. Pero también saben que todo lo que hice no fue nunca para ocupar ninguna posición política en mi país. Yo no quiero que mañana un trabajador de mi patria se quede sin argumentos cuando los resentidos, los mediocres que no me comprendieron ni me comprenden, creyendo que todo lo que hago es por intereses mezquinos..., se los reproche”.Luego de cinco días, Eva Perón anunció por radio su decisión irrevocable y definitiva de renunciar a la candidatura a vicepresidente.59 años despues, el espíritu entrañable de Evita, hoy tan ausente como necesario, debe resucitar en la Argentina,con la mistica de aquella historica jornada en que renuncio a los honores perono a su puesto de lucha.-
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