* José Luis Jacobo
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El desbaratamiento de una banda mixta de policías y ladrones, integrada por el ex jefe de calle de la Seccional Novena Daniel Scuffi y los delincuentes Diego Adrián Adelco, Ezequiel Eduardo Giménez y Mauricio Amado, fue el resultado de una prolija investigación de la DDI local dirigida directamente por su jefe Fabián Pierroni. El desenlace de más de dos meses de escuchas se produjo el 3 de este mes, cuando finalmente el seguimiento dio resultado al introducirse este grupo de criminales en una morada del barrio La Perla con fines de asalto. Casi a la medianoche, Pierroni fue avisado de que se había establecido el cerrojo sobre la banda por parte de un grupo operativo que seguía el Volkswagen Bora chapa patente HMU 484.
Hay circunstancias que no revelaré aquí por razones obvias de protección de la fuente y el debido proceso, pero la detención de estos tres fue seguida en todo momento por otro grupo, que bajo control judicial había logrado establecer los números de los celulares de la banda, incluso el de Scuffi. La información inicial había partido del fiscal de Tandil Gustavo Morey. La banda actuaba en la ciudad serrana y aquí, en Mar del Plata, había perpetrado varios atracos, incluido uno muy notorio a una estación de servicio YPF.Un dato increíble: los actores del poder local, encabezados por el propio intendente Gustavo Arnaldo Pulti, buscaron acallar el tema, lo cual queda perfectamente evidenciado en el parte remitido a los medios sobre el tema, en el cual no se mencionaba la participación de Scuffi, ni tampoco la del fiscal Morey, sin cuya labor no se hubiera establecido el derrotero de la banda. Hay en la conducta de Pulti, al señalar que fue el jefe departamental Osvaldo Castelli quien con su firmeza había logrado el desbaratamiento de la banda, una muestra de peligrosa ignominia. Porque si Castelli no fue el último en enterarse, debe de haber sido el anteúltimo. La pregunta, entonces, es: ¿a cuento de qué viene esta connivencia en el ocultamiento? De la caja que generaban estos criminales asociados con Daniel Scuffi, entre quienes se repartía esta ganancia espuria. Tanto silencio, tanto empeño en el silencio, por lo menos llama la atención y hace preguntarse por los destinos finales de tales rentas.Porque a nadie escapa que Osvaldo Castelli le ha sido muy útil al intendente Pulti, ya que nada dice del dislate de los gastos afectados a la estadía de Prefectura, y mantiene el libreto oficial de que en Mar del Plata todo está ordenadito, prolijo y seguro. En tanto a los vecinos los matan, los someten, los despojan. Claro que el esquema criminal está muy aceitado. No había concluido la DDI de procesar a los tres delincuentes, que se hacía presente en la dependencia el abogado Lucas Tornini, que solicitó acceder a los detenidos para asesorarlos. No le fue posible, ya que cortésmente le indicaron que los detenidos Adelco, Giménez y Amado ya estaban a disposición del fiscal, así que debía dirigirse al mismo.Quien dejó claro cómo se juega este juego fue el defensor oficial Mauro Giacomasso, que le indicó a Scuffi que se calle, que no declare; la misma orden que llegó a los medios que participan del cerco informativo en Mar del Plata. No es un detalle que el cerco higiénico que se tendió sobre esta situación deje el relevo del comisario de la seccional novena como “un tema administrativo”, algo así como “le vamos a dar un chirlito o un tirón de orejas, ¿qué otra cosa?”. Eso sí: se queda bien calladito la boca. En el momento en que la comisión que detuvo a Scuffi se constituyó, Pierroni dirigió una arenga a los suyos. “Que les quede claro: vamos a detener a un delincuente, no es uno de los nuestros, lo digo para que a nadie le agarre nostalgia alguna, ¿estamos?”. Luego de la detención, Pierroni deslizó: “Esto no terminó acá, tenemos a tres más en la mira, y vamos por ellos”. ¿Será en silencio también?
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