Por José Luis Jacobo
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Enero, es de estilo, sirve de telón de fondo para iniciar la actividad política con vista a las elecciones. Todos pasean por la costa atlántica, y nuestra ciudad sirve de escenario para tanta ambición nueva y vieja.
Por estos días y aquí, es posible ver de todo y para todos los gustos. A Lilita Carrió, por ejemplo, de la mano del ex concejal Julio Lobato, el mismo que fuera sorprendido por una investigación de este medio como autor de comunicaciones municipales apócrifas. También por estas horas estará instalado en la ciudad Eduardo Duhalde, que se aposentará en el Sasso, hotel que bien conoce, ya que se alojaba allí en la década del ‘80 atendido por Héctor “el Ronco” Lence, inefable personaje que tuvo su momento en la política lugareña. Hoy el anfitrión es Luis Barrionuevo, fuerte cuestionado de la variante “K” del PJ y sometido a fuego graneado por el affaire del avión de Medical jet, aeronave embargada por el reino de España en una operación anti narcotráfico.
La cuestión del narcotráfico es una suerte de maldición de la que Duhalde no puede despegar. O el tema lo persigue, o algo en su entorno más directo una y otra vez lo liga al tema: cuando el hombre fuerte de Lomas de Zamora comienza a aparecer como una opción ante la hegemonía “K”, el episodio que involucra a los hermanos Gustavo y Eduardo Juliá y a Gustavo Miret está siendo aireado con consistencia en el sistema de medios básicamente liderado por Diego Gvirtz.
Esta semana la estrella ha sido el propio director de AFSCA –nueva denominación del ex COMFER-, Gabriel Mariotto, contendiente político en Lomas de Zamora, quien reflotó historias de la década del ‘70, historias de sangre y fuego que han demostrado ser demoledoras para cualquiera, aun sin la mínima prueba en las citas.
Pero no sólo de PJ y Carrió se nutre la tourneé veraniega. En estas jornadas llega el nuevo astro político en ascenso de la UCR, Ernesto Sanz. El arribo de Sanz provocó una de las tendidas periodísticas más patéticas de la que se pueda tener memoria. Lejos de la realidad partidaria que maneja el senador por Mendoza, se ha querido plantar la idea de que lo verdaderamente importante que ocurre con la llegada de Sanz es que lo va a acompañar el ex intendente y hasta hace horas diputado nacional cobista Víctor Daniel Katz Jora.
Como si de personajes de la farándula y el show business se tratara, los políticos locales se atropellan para estar en los palcos reales o figurados. Un caso fue la botadura del buque Portobello, que oscilaba peligrosamente ante la cantidad de aspirantes a figurita estelar que se amontonaban sobre el mismo.
Todo para la foto, como si la foto construyera política o cambio social.
Entre los que se hallaban pujando sobre el palco estaba el ministro de Asuntos Agrarios Ariel Franetovich, temeroso de que los pescadores de lanchas amarillas de la ciudad lo escracharan por su errada política sobre el sector. Como en una película digna del maestro Fellini, Scioli hablaba de lo que no existe, de que hay que darle previsibilidad al sector, algo que el sector clama que falta de manera evidente. Es justamente la propia provincia de Buenos aires la que le quita previsibilidad a la política pesquera. La intención de transformar a los pescadores de ría de Bahía Blanca en titulares de permisos de pesca, la falta de control sobre la pesca ilegal realizada en gomones, todo aupadito en la espuria relación con el “Gato” Novero y compañeros de ruta, se parece muy poco o nada a la tan mentada previsibilidad.
Scioli y Pulti juegan con el presupuesto público, hacen y corren a que se haga lo que “el comandante” (FAI) les pide que hagan, en tanto la realidad marca su propio ritmo. Ese que ellos juegan a ignorar.
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