Por Jose Luis Jacobo
Director de Noticias y Protagonistas
No es un pecado, pero debería serlo, porque la frivolidad es una conducta social y personal dañina, y practicada en la función pública, provoca enorme perjuicio a terceros. Que de eso se trata esta vez, de la frivolidad a la que es tan afecto el fiscal general del Departamento Judicial de Mar del Plata, Fabián Uriel Fernández Garello.
El asesinato de Dardo Molina conmovió a nuestra comunidad de un modo intenso, en particular por la presión ciudadana que ejercieron su familia y amigos, que se movilizaron y exigieron que el caso fuera resuelto conforme a derecho.
Cada movilización fue precedida por constantes llamados desde la Privada del intendente Gustavo Arnaldo Pulti en conexión casi diaria con el fiscal general y el ex jefe departamental Osvaldo Castelli.
La puja enfermiza por alejar del propio coleto las responsabilidades, llevó a denuncias en contra de la policía por parte del juez de Garantías interviniente, Saúl Errandonea, quien debió soportar a los vecinos reclamantes en la puerta de su hogar. Errandonea gritó, aulló, y repartió culpas por todo el sistema, reclamando alguna cabeza por lo que consideró un atropello a su investidura y su intimidad.
Tanta presión dio resultado, y fueron detenidos Juan Sebastián (a) “Tatán” Santucho y su cómplice, a la sazón el entonces menor de edad Andrés Fernández, que hoy, con 18 años, sigue cómodamente instalado en el Centro de Contención de Batán bajo la protección de la jueza de menores Fernanda Di Clemente.
En una sociedad que persiste en la civilización y se niega a la barbarie, la falta de convicción en la procuración penal vindicatoria de la víctima abre un abismo entre el sentido común y la práctica y aplicación del ordenamiento jurídico.
Ligada a la causa principal del asesinato de Molina, hay una causa por cohecho sobre los ex policías Miguel Parrado y Jorge Camargo, quienes habían liberado de un hecho anterior a Santucho por $280 y una pistola, cuestión que se ventilará en juicio oral y público entre el 1 y el 23 de noviembre de este año. Camargo y Parrado estarán en libertad hasta el momento del juicio, y lo enfrentarán junto al asesino de Dardo, un logro del fiscal Mariano Moyano, que logró que se comprenda que el cohecho y el crimen son conexos y no acciones escindibles una de otra.
En este universo, la frivolidad de Garello se manifiesta en la descalificación a Silvia Juárez, viuda de Molina, de medios a los que no cita por su nombre –sólo se refiere a ellos señalando “tendenciosidad y malicia”; del fiscal Martínez Soto y de la letrada de Juárez, Liliana Pérez, a los que deja en la posición de incultos en la materia, de no comprender los vericuetos del debido proceso legal.
El uso del tiempo que paga la sociedad para trabajar a favor de ella es empleado por Fernández Garello en comunicados sin sentido para la población en general, pero que en su microcosmos personal, le infatúan de importancia. Definir la situación de Andrés Fernández, hoy legalmente un adulto, debiera ser su preocupación máxima y excluyente. Garantizar los derechos de la familia de la víctima para obtener el máximo de la pena, debiera ser su norte. No se trata de quién sabe más, sino de quién garantiza el máximo de la vindicta pública, para dar razón a la civilización y alejar la barbarie.
1 comentario:
La verdad es que concuerdo completamente con el post, actualmente se deberia estar pensando en lo que es conveniente para toda la ciudad de Mar del Plata
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