Por Franco Moran
para el eldia.com.ar
para el eldia.com.ar
La economía… la economía. Eso parecía decir la Presidenta antes de volar aEs la economía... Lo que realmente preocupa en estos días al Gobierno -y más de lo que reflejan los discursos oficiales- no pasa por otro lado. La inflación, la disparada de dólar paralelo, y el costo que de los aumentos en el humor social después de que pase el recreo de las vacaciones, es algo que en los más altos niveles de la administraciòn nacional ha empezado a preocupar de cara al año electoral. En esa dirección debe leerse el discurso de la presidenta Kirchner antes de viajar a Cuba y seguir rumbo a remotos países asiáticos.
La Presidenta lo dijo en clave política. Retó a intendentes y gobernadores que aumentan tasas e impuestos en sus jurisdicciones. Le apuntó especialmente a Macri por el ajuste que aplicará en la tarifa de los subtes. Y también aludió a De la Sota, que al día siguiente le reclamó -en tono duro y desafiante- que guarde el látigo y pague la deuda con Córdoba. Pero detrás de esos reproches y de las peleas políticas se esconde una fuerte preocupación por el “cóctel” de aumentos que empezará en estos meses -y sobre todo en marzo- a notarse en los bolsillos de la gente.
Los municipios y las provincias atraviesan, como es sabido, situaciones financieras que están muy lejos de ser holgadas. Aquel sofocón que retrasó el año pasado el pago del aguinaldo a los empleados públicos bonaerenses fue consecuencia de una situación estructural que se mantiene inalterada. El domingo pasado, en un detallado informe especial, este diario describió la difícil situación por la que atraviesa la mayoría de los municipios de la Provincia, con dificultades incluso para asegurar el pago de salarios. En ese marco -y ante un año de elecciones que, inevitablemente, obligarà a aumentar el gasto público- muchos jefes comunales y gobernadores han dispuesto ajustes impositivos que en muchos casos superan hasta el 50 por ciento.
Los aumentos a veces no son fáciles de descifrar. En algunas comunas, por ejemplo, las tasas han aumentado entre un 12 y un 35 por ciento. Pero además han reducido el beneficio por pago anual del 25 al 15 por ciento. De esa manera, el contribuyente que decide pagar todo el año de un plumazo pagará este año, en relación al anterior, un 53 por ciento más. Pero a eso se suman ajustes de todo tipo. La Patente y el Inmobiliario Urbano también llegarán con aumentos significativos. Y en muchos casos se han dispuesto nuevas valuaciones, además de cobrarse adicionales a aquellos contribuyentes que tengan más de una propiedad.
Las compañías de seguros, los colegios privados, las prepagas... también han empezado a prever -si no los han instrumentado ya- ajustes que impactarán directamente en los bolsillos.
En este marco debe entenderse la reacción del Banco Central, cuando salió el viernes a decir que no convalidará un aumento del 25 por ciento en las comisiones que cobran los bancos por los servicios que prestan a sus clientes. Hoy el mantenimiento de una caja de ahorro, una cuenta corriente y una tarjeta de crédito ya tiene un costo que para cualquier asalariado no resulta insignificante ni mucho menos.
Frente a esta situación deberán encararse las negociaciones paritarias con los distintos sectores de la actividad económica. Esta semana empezarán en la Provincia las discusiones con docentes y empleados públicos. Y ya se anticipan demandas que están muy por encima de las que el Gobierno consideraría razonables.
Lo que preocupa, entonces, es cómo fijar una pauta salarial de referencia que no recaliente la espiral inflacionaria. Y para eso el Gobierno central está empeñado en frenar cualquier aumento -ya sea en tasas, impuestos o comisiones de servicios- que superen el 20 por ciento. El tema es que muchos ya han sido aprobados. En rigor, la mayoría de los aumentos que cuestionó la Presidenta en su discurso del jueves pasado forman parte de los Presupuestos y las ordenanzas fiscales que las legislaturas provinciales y los concejos deliberantes aprobaron sobre el final del año pasado.
Esta preocupación se enmarca en un contexto general de la economía que ya no ofrece los márgenes de maniobra que ofrecía hace un año y medio. El Gobierno central no ha podido avanzar como se había propuesto con la eliminación de subsidios a los servicios públicos. Tuvo que autorizar ajustes tarifarios que también repercutirán en el costo del transporte público, de los peajes, de los vuelos de cabotaje y del gas y la luz. Pero no pudo aliviar, al menos en la magnitud que había proyectado, el peso monumental que tienen los subsidios a muchas de esas actividades.
Por eso es que la Nación también ha reforzado la presión impositiva y, por primera vez en años, no hizo ni siquiera el retoque anual en el mínimo no imponible del impuesto a las Ganancias, que hoy afecta a cualquier trabajador con ingresos medios en una proporción que nunca antes había tenido.
La Afip tiene instrucciones para aspirar la mayor cantidad de recursos posibles. Hasta se ha hecho más difícil el trámite para solicitar el reintegro del pago a cuenta de Ganancias que cobran en las tarjetas de crédito por las compras hechas en el exterior.
Más allá de silencios públicos y de réplicas duras, hay altos funcionarios del Gobierno que han tomado nota de las variaciones producidas en el humor social. Aunque parezca hoy lejano, aquel gigantesco cacerolazo del 20 de noviembre encendió en las usinas oficialistas una potente luz de alarma. Enfrentados a un crucial test electoral como será el de octubre, el Gobierno ha empezado a prestar especial atención a cualquier variable que pueda agravar o atenuar ese clima de malhumor que expresó un sector de la ciudadanía. Y el bolsillo, se sabe, es el termómetro principal. Por eso la Presidenta también pasó en su discurso una factura a los empresarios y comerciantes del sector turístico. “No maten a la gallina de los huevos de oro...”, les reclamó. Fue porque el Gobierno tiene informes que indican que en algunos lugares de la Costa los precios se han disparado en los primeros días de enero.
El movimiento turístico es intenso. En La Plata, enero ha empezado a notarse. Pero -con todo- no se habrían alcanzado hasta ahora las expectativas que se habían planteado en los últimos meses del 2012. La apuesta fuerte es a la segunda quincena pero todavía hay mucho sin alquilar.
La economía... la economía. Eso parecía decir la Presidenta antes de volar a La Habana.
DIFICULTADES
Los aumentos a veces no son fáciles de descifrar. En algunas comunas, por ejemplo, las tasas han aumentado entre un 12 y un 35 por ciento. Pero además han reducido el beneficio por pago anual del 25 al 15 por ciento. De esa manera, el contribuyente que decide pagar todo el año de un plumazo pagará este año, en relación al anterior, un 53 por ciento más. Pero a eso se suman ajustes de todo tipo. La Patente y el Inmobiliario Urbano también llegarán con aumentos significativos. Y en muchos casos se han dispuesto nuevas valuaciones, además de cobrarse adicionales a aquellos contribuyentes que tengan más de una propiedad.
Las compañías de seguros, los colegios privados, las prepagas... también han empezado a prever -si no los han instrumentado ya- ajustes que impactarán directamente en los bolsillos.
En este marco debe entenderse la reacción del Banco Central, cuando salió el viernes a decir que no convalidará un aumento del 25 por ciento en las comisiones que cobran los bancos por los servicios que prestan a sus clientes. Hoy el mantenimiento de una caja de ahorro, una cuenta corriente y una tarjeta de crédito ya tiene un costo que para cualquier asalariado no resulta insignificante ni mucho menos.
NEGOCIACION SALARIAL
Lo que preocupa, entonces, es cómo fijar una pauta salarial de referencia que no recaliente la espiral inflacionaria. Y para eso el Gobierno central está empeñado en frenar cualquier aumento -ya sea en tasas, impuestos o comisiones de servicios- que superen el 20 por ciento. El tema es que muchos ya han sido aprobados. En rigor, la mayoría de los aumentos que cuestionó la Presidenta en su discurso del jueves pasado forman parte de los Presupuestos y las ordenanzas fiscales que las legislaturas provinciales y los concejos deliberantes aprobaron sobre el final del año pasado.
Esta preocupación se enmarca en un contexto general de la economía que ya no ofrece los márgenes de maniobra que ofrecía hace un año y medio. El Gobierno central no ha podido avanzar como se había propuesto con la eliminación de subsidios a los servicios públicos. Tuvo que autorizar ajustes tarifarios que también repercutirán en el costo del transporte público, de los peajes, de los vuelos de cabotaje y del gas y la luz. Pero no pudo aliviar, al menos en la magnitud que había proyectado, el peso monumental que tienen los subsidios a muchas de esas actividades.
Por eso es que la Nación también ha reforzado la presión impositiva y, por primera vez en años, no hizo ni siquiera el retoque anual en el mínimo no imponible del impuesto a las Ganancias, que hoy afecta a cualquier trabajador con ingresos medios en una proporción que nunca antes había tenido.
La Afip tiene instrucciones para aspirar la mayor cantidad de recursos posibles. Hasta se ha hecho más difícil el trámite para solicitar el reintegro del pago a cuenta de Ganancias que cobran en las tarjetas de crédito por las compras hechas en el exterior.
UN AÑO CRUCIAL
El movimiento turístico es intenso. En La Plata, enero ha empezado a notarse. Pero -con todo- no se habrían alcanzado hasta ahora las expectativas que se habían planteado en los últimos meses del 2012. La apuesta fuerte es a la segunda quincena pero todavía hay mucho sin alquilar.
La economía... la economía. Eso parecía decir la Presidenta antes de volar a La Habana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario