Pidió dejar atrás "las venganzas" y "los peligros del pasado". Dijo que "la pobreza es un castigo que no debemos admitir". Hizo un repaso del contexto histórico de 1816 y, sobre el final, se emocionó y rompió en llanto
El intendente Carlos Arroyo llamó ayer a la unión de los argentinos y a trabajar por un país “que supere definitivamente los odios, las venganzas, los peligros del pasado y la división”.
Al encabezar el acto central por el Bicentenario en Mar del Plata, el jefe comunal pidió apuntar hacia un futuro en el que “todos los argentinos tengan un trabajo, en donde no haya más pobreza, en donde los odios, las revanchas y las discusiones se superen; en donde reinen la libertad, la democracia y el amor al prójimo”.
“Han transcurrido dos siglos, y hoy nos encontramos con muchas dificultades. Esto es inocultable. En lo personal, a mí me preocupa sobremanera ese tercio de población que está en la pobreza”, dijo el intendente.
“Me preocupa más todavía la alimentación de nuestras criaturas, porque van a ser las generaciones del futuro que está muy cerca, y es importante que tengan una vida normal, que reciban los alimentos, las proteínas y los minerales que a veces no llegan”, agregó.
Arroyo aseguró que “la pobreza es un castigo que no debemos admitir”. Y añadió: “En cada uno de nuestros semejantes hay una criatura que ha sido hecha a imagen y semejanza de Dios. Somos todos iguales, más allá de las circunstancias. Yo les digo que sinceramente siento que soy un vecino como cualquiera de ustedes que transitoriamente trabaja de intendente”.
Arroyo dio su discurso antes de que comenzara el desfile cívico-militar desde el palco oficial, ubicado a las puertas del municipio, en Hipólito Yrigoyen y Luro, donde estuvo acompañado por el obispo Antonio Marino, el presidente del Concejo Deliberante, Guillermo Sáenz Saralegui, funcionarios políticos y judiciales y concejales oficialistas y opositores.
Fue justo después de que la Banda Sinfónica Municipal tocara el Himno Nacional, interpretado por el tenor Norberto Fernández, que fuentes municipales se encargaron de remarcar que asistió “sin cobrar un peso”.
En un principio, Arroyo dijo que era “un honor inmerecido” para él encabezar el acto del Bicentenario “porque no es un cumpleaños más, son dos siglos desde la declaración de nuestra Independencia”.
Repaso histórico
Como si aún estuviera en la escuela que dirigió durante 25 años y ofreciera un discurso patrio a sus alumnos, Arroyo realizó un didáctico repaso del contexto histórico de la declaración de la Independencia en 1816.
“Por empezar, no podemos dejar de recordar que históricamente los hombres que declararon la Independencia no estaban en una situación mejor que la nuestra. Por el contrario, estaban afrontando tremendas dificultades”, indicó.
“La declaración de la Independencia aquel 9 de julio de 1816 significó un acto de valor extraordinario. Es muy fácil recordarlo. Desde principios de mayo de 1815 la Junta de Observación e Ignacio Alvarez Thomas, que era el director supremo, habían previsto la convocatoria a un congreso constituyente en Tucumán. Esto parecía simple pero no lo era, porque por el norte las tropas realistas avanzaban implacables, y sólo eran contenidas en una lucha desigual por patriotas como Güemes, como Warnes. Por otro lado, el Ejército del Norte había sido derrotado en Sipe Sipe, y estaba en retirada y deshecho en Tucumán”, ilustró.
Mencionó que las provincias del Litoral “estaban absorbidas por el Congreso de la Florida, que había sido convocado por otro gran patriota, José Gervasio Artigas, y que obviamente se oponía al centralismo porteño de ese momento”.
“Por otro lado, como si todo esto fuera poco -reseñó Arroyo-, los portugueses estaban listos para invadir la Banda Oriental, como después hicieron. La situación no podía ser más comprometida. El único ejército posible era el de San Martín, pero San Martín estaba preparando a toda velocidad su ejército para comenzar el cruce de la cordillera, que ocurriría el 19 de enero de 1817”.
Quiere decir, subrayó Arroyo, que esos hombres de Tucumán “estaban aislados y solos”, pero “así y todo tuvieron el valor de declarar la Independencia”. Eran “sólo 29 congresales”, “no estaban todas las provincias” y muchos de los cuales “hoy serían bolivianos”,
Esto significa “que en realidad hay un error cuando se cree que la declaración de la Independencia se refería a lo que es hoy el mapa de la República Argentina”, puesto que “en realidad aquellos constituyentes que quisieron declarar la Independencia de las Provincias Unidas se referían a todos los países de América del Sur”.
Destacó además que “la campaña de San Martín es la respuesta estratégica a la declaración de la Independencia”.
Y enseguida acotó: “Hay una ligazón íntima, para los que hemos estudiado con alguna profundidad la historia, entre este Congreso de Tucumán de 1816 y la salida del Ejército de Los Andres. Fíjense que San Martín cruza la cordillera con un objetivo inminente, que era liberar Chile. Pero eso era solo un paso, porque quería llegar mucho más arriba: al corazón de ese imperio realista que estaba en Perú, cosa que hizo. Y concretó con Bolívar el sueño de la Independencia”.
Según Arroyo, “no tenemos que dejar nunca de lado estas realidades para comprender la historia de nuestro país y de todo un continente”.
Sobre el final de su discurso, al pedir una bendición “para todos los granaderos de tierra, mar y aire que dieron la vida por nuestra Nación”, el jefe comunal se emocionó y rompió en llanto. “¡Viva la Patria!”, exclamó luego de que los aplausos lo ayudaran a reponerse de la emoción.