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Silvio Bageneta presentó en Mar del Plata su libro “La Militancia: un debate entre la legalidad y la legitimidad”. Analizó los errores cometidos en los '70 y planteó que hoy “el local partidario no sirve si no es para sintetizar lo que vos hiciste con el pueblo”.
Silvio Bageneta comenzó su militancia en las filas de la Juventud Peronista, en Azul, su ciudad natal. Fue detenido en 1975 y dejado en libertad con la llegada de la democracia. Hoy es coordinador del INAES, el Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social, y plantea que la reconstrucción de la militancia se dará en el plano de lo económico. “Plantear que la educación va primero es un absurdo: vos podés educarte en tanto tengas la panza llena”, sostuvo.
Estuvo en la ciudad para presentar su libro “La Militancia un debate entre la legalidad y la legitimidad”, planteó que es necesario que los espacios políticos debatan proyectos y cuestionó a quienes “se hacen el caminito pensando en ellos antes que en las necesidades del pueblo”. A su lado, el secretario general de la Asociación Bancaria y compañero de militancia, Fernando Cuesta, siguió atentamente el relato. Bageneta mencionó que la necesidad de escribir el libro, que no lo vende sino que lo regala, surge para relatar -más allá de la arista de la violencia- la militancia barrial, social y sindical de él y sus compañeros.
- ¿Cree que cometió errores la militancia de los 70?
- El error fundamental para mi es el militarismo y el aparatismo. Acá también plantea ese tema, que es un tema ríspido. A nosotros todos los viejos, de mucha experiencia -la gente grande al lado de nosotros que teníamos 20 o 22 años-, nos contaban lo que había sido el 55, la represión. Nos decían que a nosotros nos faltaba organizarnos. ¿En qué contexto se daba? Estaba la URSS y Estados Unidos, estaba Mao Tse Tung que no hacía tanto que había producido la revolución en China, estaba Cuba con el Che Guevara que fue muy fuerte. Hoy los chicos lo usan en la camiseta como cualquier cosa… Estaba Vietman: un pueblo sin armas le ganó a la potencia del mundo; la lucha de los países africanos, Argelia fundamentalmente. Todo esto influyó mucho en nuestra formación e hizo que en la práctica nos vayamos alejando de la práctica de masas y se vaya dedicando cada vez más a defender el aparato. Era bastante infantil. Contemporáneo a nosotros, los Tupamaros hicieron esa experiencia en Uruguay y perdieron. Nosotros nos tendríamos que haber dado cuenta. Y hay un tema: la representatividad política no es eterna. Tiene un ciclo y siempre tiene que estar actualizada: nosotros perdimos esa visión que teníamos y que nos diferenciaba tanto por izquierda como de la derecha. El PC en el 76 andaba por España diciendo que era mentira lo de la dictadura. Yo estuve preso en Rawson y la gente del PC iba a ver al director de la cárcel a decirle que ellos estaban con el gobierno porque era cívico militar. En la política es como el ajedrez: no podés estar todo el tiempo a la ofensiva. Los destinatarios de tu propuesta tienen que entender lo que les estás diciendo. Necesitás un ida y vuelta.
- ¿Cuál fue su mayor acierto?
- Creo que el principal acierto ha sido trabajar con el pueblo. No hay ninguno rico entre nosotros. Salvo Galimberti que estaba con Susana Giménez. Al hermano de Fernando (Cuesta) lo mataron y tenía 20 años. Esos son valores que deben ser tenidos en cuenta.
- ¿Cree que hubo una desmilitancia o una falta de participación política después de venida la democracia?
- Sí, por supuesto. El terror existió. No es que dieron un Golpe para eliminar la subversión. Eso es una mentira, porque sino daban el Golpe y daban aumento a los jubilados, a los trabajadores, mejoraban las condiciones de vida, fomentaban las industrias. Al contrario: hicieron todo un plan liberal, que después lo continuó Menem. Me parece que el gran desafío es recuperar la legitimidad. Porque la dictadura nos dejó el estatuto de los partidos políticos, y eso nos llevó al internismo, a preocuparnos por la forma permanentemente. Eso quedó desde el 82 u 83. El peronismo ofrecía a Luder y a Herminio Iglesias: una propuesta sin contenido. Lo que más me llamó la atención cuando salía de la cárcel es que estaban esas fotos. Vos veías las fotos de los candidatos y no decían nada, y para nosotros era al revés: teníamos una propuesta que había que seguirla. No cualquiera sigue cualquier política.
- ¿Cómo se construye hoy la militancia, cuando quizás se ha forzado históricamente desde la resistencia dado los reiterados golpes que sufrió la democracia?
- Es muy interesante lo que decís, en principio porque cuando tenés un enemigo que es muy claro. Suponete la oposición hoy. El otro día las escuchaba por televisión a la Bullrich (Patricia) y a Estenssoro (María Eugenia) diciendo 'nos sacaron la política'… Yo pienso que tenemos que reconstruir esto primero desde lo económico. Plantear que la educación va primero es un absurdo: vos podés educarte en tanto tengas la panza llena. Estoy hablando de los más pobres, pero también en todo sentido. Hay que recomponer el aparato productivo. Desde ahí, recuperar la militancia. El local partidario no sirve si no es para sintetizar lo que vos hiciste con el pueblo. Si te toca trabajar con las pymes -que son el 70 por ciento de la mano de obra de este país- te toca organizarlas para que tengan acceso al crédito, para que sea más económico, para que no se fundan. La militancia va a venir por el lado económico. Que ese local partidario o la agrupación discutan cómo va la representatibidad con el pueblo. Y que discutamos ideas, proyectos y que no se discutan puestos. Porque todos ya tienen su carrera preparada: primero concejal, después diputado provincial en Buenos Aires o intendente, se negocia. Después tenés derecho a diputado o senador nacional. Se hacen el caminito pensando en ellos antes que en las necesidades del pueblo. Que los militantes empiecen a pensar en la producción porque cuando llegás al gobierno no tenés que hablar de ideología.
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