domingo, 12 de junio de 2011

LOS CHICOS DEL SUPER

Por Cristina Vañecek para
el blog Una Mirada Comun




Por razones de comodidad y cercanía realizo mis compras habituales en la sucursal de un supermercado local cercana al HIGA Doctor Oscar Alende. Normalmente siempre andan niños que solicitan "una moneda" a cambio de "mirar el coche", de ayudar con las bolsas, o simplemente a cambio de nada. Cualquier persona puede aceptar esa ayuda o rechazarla, y habrá quien se sienta incómodo con la presencia de esos chicos, ya que "se supone" dentro del estacionamiento de un supermercado no sería necesaria la presencia de estos "mini-franelitas". Y aclaro que es la única sucursal de este y cualquier otro comercio en la que he visto que sucede esto.
Sin embargo, este fin de semana, al concurrir a realizar mis compras semanales no estaban estos chicos. Habían muchachos bien grandes. Hablando groseramente, escupiendo, empujándose y uno particularmente, dando órdenes a otros para que fueran a "ayudar" a los coches que estaban estacionados fuera del comercio. Y mientras esperaba el remise que viniera a buscarme, noté que había otras personas a quienes la presencia de estos muchachos tambien molestaba. Porque, si bien el estacionamiento del supermercado es privado, como en otros lugares similares existe un cartel que informa que "no se hacen responsables por daños, robos o perdidas" que afecten a los vehículos.
Es decir, que si alguien no aceptaba el "ofrecimiento", podrían tranquilamente dañar un vehículo y nadie se haría cargo de ello? Al comentar con un empleado de este comercio la situación, la respuesta fue que ya habían llamado a la policía, que se los llevaron y que luego los muchachos volvieron. Y que no hacían nada más porque temían que luego les rompieran las vidrieras a pedradas.
Me quedé pensando entonces si comenzaremos a vivir en una etapa en donde todos viviremos temerosos y permitiremos que nuestras casas o comercios sean invadidos por estas personas que generan más dudas que confianza. O, como escuché hace unos días, en donde "barritas" asaltan a los comercios si no les pagan por "protección". Es decir, les roban "por las buenas o por las malas". En definitiva, los comerciantes y ciudadanos nos vemos obligados a vivir "presos" y a ser "extorsionados" por estos muchachones que, de una forma prepotente, imponen "sus servicios" y si no los aceptamos, debemos atenernos a las consecuencias (violentas) de nuestro rechazo.

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