* Adrian Freijo
Ningún marplatense debería olvidarse de Franco ni de todos los Francos de cualquier edad que han dejado su vida ante la indiferencia teatral de nuestras autoridades.
Y no debemos hacerlo (y no podemos hacerlo) más allá de lo que estos casos nos lleguen al corazón.
Porque de lo que hablamos es también de la inteligencia. Una sociedad que mira la muerte con indiferencia es una sociedad que se suicida. Ayer fué Franco...hoy puedo ser yo.
Miles de argentinos miraban estos casos en los medios y se limitaban a decir..."pobre gente". Hasta que les pasó...hasta que ellos también se convirtieron en pobre gente.
Yo no quiero que me ocurra y me aterroriza pensar que mañana pueda estar en el lugar de los papás de todos los Francos, de las mamás, de los hermanos, de los novios y novias, de los amigos.
Por eso no tenemos que olvidarnos. Tenemos que exigir, gritar, zamarrear a los distraídos y exigirles que si no saben no pueden o no quieren hacer los que hay que hacer se vayan inmediatamente de los lugares que tan indignamente ocupan.
Ni ellos tienen derecho a hacer con nosotros lo que hacen NI NOSOTROS TENEMOS DERECHO A PERMITÍRSELO.
No es tan sólo el corazón...ES LA RAZÓN. La simple y brutal inteligencia que me indica que tengo derecho a VIVIR...y en paz.
Ese derecho que Franco tenía y que no supimos garantizarle entre todos.
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