Por Werner Pertot
para Diario Pagina 12
La derecha está de fiesta. Se consolidó en la ciudad de Buenos Aires con un porcentaje que superaba el 45,62 por ciento de la primera vuelta de 2007, cuando el proyecto que encarna Mauricio Macri plantó su bandera en el primer distrito. Entre cumbias de Gilda, meneos y globos de colores, Mauricio Macri festejó haber quedado a un paso de continuar como jefe de Gobierno, un cargo que quería dejar, pero con el que seguiría a flote su sueño presidencial camino a 2015. Como en 2007, su principal línea argumental le apuntó a la política de derechos humanos: “No hay más lugar para el enfrentamiento. Llegó la hora de acabar con la persecución de fantasmas del pasado y reconciliarnos con nosotros mismos”, dejó en claro lo que hay detrás del juego de colores. “Comenzó la caída”, auguró Francisco de Narváez, que felicitó a su ex aliado vía Twitter.
Macri fue a votar temprano, previo paso por un desayuno con María Eugenia Vidal, Sergio Bergman y Cristian Ritondo en el café Tortoni. Luego almorzó y jugó al tenis. Resultó algo lesionado, por lo que avisó que no pensaba bailar tanto, algo que después no cumplió en medio de la adrenalina de una noche macrista. Con un show de globos y jóvenes danzarines similar al de ayer, Macri se bajó de la candidatura a presidente este año, pero está lejos de resignar esa aspiración. La opción que le planteó Jaime Durán Barba fue desensillar hasta que aclare. Es decir, hasta 2015, cuando Cristina Fernández ya no podrá reelegir. El gurú ecuatoriano aclaró que el discurso de ayer era “el primero para 2015”. “Tenemos cuatro años para desarrollarnos, pero nos ayudaría una segunda vuelta arrasadora”, le dijo el consultor político a este diario. Sueña con un 65 por ciento el 31 de julio.
Alerta amarillaLa distancia entre Daniel Filmus y Macri oscilaba cerca de los 19 puntos. Una diferencia que dejaba a los macristas absolutamente seguros de que se impondrán en tres semanas. Si bien la distancia con Filmus en 2007 fue de 22 puntos, el porcentaje que obtuvo Macri fue aún mayor que en la primera elección que ganó, lo que implica un desgaste nulo en el electorado a causa de los cuatro años de gestión, que incluyeron controversias por las escuchas ilegales y un procesamiento vigente sobre el jefe de Gobierno. “Estos votos ratifican todo lo que hicimos”, señalaban cerca de Macri, en donde pedían que Filmus tire la toalla. “Sería una vergüenza que nos haga ir al ballottage.”
Macri busca que su victoria lo posicione como gran elector de los candidatos a presidente de la oposición, poco antes de las internas abiertas del 14 de agosto. De hecho, había dicho que se juntaría con cada uno de ellos para escuchar lo que tienen para ofrecer(le) a la ciudad. Pero en ese caso tendría algunos problemas para explicar cómo su partido, en las distintas provincias, apoya alternativamente a Eduardo Duhalde o a Alberto Rodríguez Saá. A Ricardo Alfonsín no lo acompañan en ninguna. Y en el terreno bonaerense ni siquiera tienen candidato. Tal vez por eso, en plena euforia macrista, la estrategia comenzó a cambiar. “No lo veo a Mauricio diciendo apoyo a uno u a otro. Si no, hubiéramos hecho una alianza”, dijo el presidente del PRO, y amigo personal de Macri, José Torello. Por las dudas de que cambien de opinión, se arrimó al bunker PRO el candidato a gobernador Eduardo Amadeo. “Vine de parte de Duhalde. Estamos recontentos. Esto nos abre un camino”, le dijo a Página/12.
En pleno rush de la victoria, Torello pronosticó: “Le ganamos dos veces al kirchnerismo y esperamos que en el 2015 sea la definitiva”. En el PRO tenían en claro que lo pendiente es una construcción nacional, que hasta ahora les resultó imposible organizar. Los macristas reconocen esta falta de armado nacional: en el 2007, Macri ya había dicho “vamos por un país PRO”, pero se quedó sin combustible en el camino. “Que nadie se anime a detener el cambio en esta ciudad y en la Argentina entera”, advirtió el líder de PRO ese año, pero luego su candidato a presidente, Ricardo López Murphy, sacó el 1,45 por ciento. Este año no tiene ni siquiera un postulante propio. En Capital, sólo llevarán a Federico Pinedo en una lista de diputados.
Esto podría diluir esta primera derrota del año para el gobierno nacional, en el distrito-vidriera, que desde hace años que le es esquivo al oficialismo. En lo local, en cambio, el terreno resulta propicio para el PRO: con los porcentajes provisorios de ayer, conservaría (o ampliaría) su bloque de 24 bancas, se impondría en todas las comunas. Un triunfo de la derecha en toda la línea.
Arde Buenos AiresLa estética PRO ya se hizo conocida: sillones blancos, pulcros, en el medio del descomunal pabellón del Complejo Costa Salguero. Luces de discoteca amarillas. Sánguches de miga de jamón crudo, alfajorictos de maicena color verde, cazuelas de carne o de agnollotis y hamburguesas fueron el menú de la fiesta, regado con gaseosa light. La novedad fueron las bandas de rock en vivo, entre las que se contó Tren Fantasma, la que tocó en el cierre de campaña de Macri en la casa de una vecina de Caballito. Por fuera, los globos aerostáticos amarillos y multicolores vigilaban el cielo. Por dentro, las pantallas gigantes enfocaron a la señal TN cuando anunció que ganaba Macri y los jóvenes PRO rugieron en consonancia.
–Borom, bom bom, borom, bom bom, para Mauricio, la reelección –corearon.
Luego pasaron un video de Macri cantando, para horror de algunos y algarabía de la mayoría. Entre el público, el “mago sin dientes” hacía trucos de magia y le levantaba un pulgar a un sonriente Horacio Rodríguez Larreta. Mientras los jóvenes PRO bailaban al ritmo de Illya Kuryaki (“a mover el culo”), a las 20.30 Vidal hizo su primera salida a pura sonrisa. Salió sola, con un vestido largo con flores, calzas y botas. “Estamos haciendo una elección histórica”, dijo entre los gritos de los jóvenes PRO. Cuando se vieron los primeros cómputos de la televisión, danzaron al ritmo de “Matador”, de Los Fabulosos Cadillacs.
Ya llegaban las felicitaciones de De Narváez, con el que Macri no logró cerrar una alianza ni en Capital ni en la provincia: “Demostró que no hay una ola cristinista. Es un preanuncio de lo que ocurrirá en Córdoba, Santa Fe y el resto del país”, sostuvo el Colorado. “Sabemos que esto se va a repetir en Santa Fe”, se esperanzaba un bronceado Miguel del Sel. “Esto es una paliza”, twitteaba eufórico el secretario general Marcos Peña, mientras aullaban las vuvuzelas.
A las 22, Macri y Vidal emergieron entre una lluvia de confetti, serpentinas y globos de colores, con “Arde la Ciudad” de la Mancha de Rolando, el leitmotiv del PRO. Macri se ocupó de callar varias veces a los jóvenes exaltados, que gritaban: “Es un afano, suspéndanlo”. También se cuidó de mencionar a la Presidenta, con la que le recomiendan no confrontar luego de que se bajó de la contienda. “Siento tanta gratitud que estoy por explotar”, aseguró el jefe de Gobierno.
“A los que piensan que las diferencias son irreconciliables, los invito a bajar el nivel de agresión”, se sonrió, antes de hacer subir a todos sus candidatos (los que lo acompañaron en la elección local y los pocos que tiene a nivel nacional). “Yo asumí un compromiso de trabajo por la unidad nacional”, recordó su intento fracasado de reunir a toda la oposición. E invitó a todos los dirigentes a trabajar juntos porque “la pobreza no es una cuestión de ideología. No hay más lugar para el egoísmo”.
“Buenos Aires vibra, está llena de cultura para que consumamos. Esta ciudad libre no se negocia ni se vende. Si nos corresponde algo no es porque nos arrodillamos”, afirmó el líder de PRO pensando en su rival para el ballottage. Luego llegó la hora de “No me arrepiento de este amor”, de Gilda. Macri meneaba mientras la cantante decía: “Quiero arrancarme de tu piel, de tu recuerdo, de tu ayer”. Y la multitud lo seguía, como encandilada por las luces de colores.
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