Por: Federico Kotlar
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Quien haya seguido de cerca la trayectoria de Diego Maradona sabe que es difícil a esta altura del partido asombrarse por sus declaraciones. Su temperamento encendido suele aparecer casi sin filtros en situaciones de alta tensión, tanto de signo negativo como positivo.Por eso era posible prever una reacción visceral como la que se vio después de la victoria ante Uruguay. Porque si bien en este año casi completo que lleva como técnico de la Selección se había encargado de responder a sus críticos, el espíritu triunfalista marca como obligación que la respuesta sea más enérgica -y hasta de pésimo gusto, como en el caso de hoy- desde las alturas que otorgan las victorias. Claro que de los cantitos contra "los panqueques" en el avión que volvía al país tras levantar la Copa en México 86 hasta el "que la sigan chupando" de esta noche por la angustiosa clasificación a Sudáfrica hay todo un trecho. En el tamaño de la guarangada y en el logro deportivo.A las declaraciones de Diego las sobrevuela una perversión importante, y es la de que a partir del triunfo todo se puede legitimar. Así, los que criticaron su proceso como seleccionador merecen el mayor escarnio si finalmente los resultados sonríen. Del mismo modo, tristemente habrá que razonar que a Maradona le habrían cabido los mismos insultos que él dedicó a sus críticos si Argentina se quedaba afuera del Mundial.Es justo remarcar que lo mejor es hacer este análisis con la clasificación a Sudáfrica en el bolsillo. Por eso, ya sin las famosas 180 pulsaciones por minuto, el DT de la Selección tiene la posibilidad de reflexionar. Sobre lo que hay que mejorar en lo futbolístico -porque no se puede esconder que el equipo volvió a mostrar una alarmante falta de coordinación en ofensiva, además de muchos nervios en defensa hasta que se acomodó- y lo que se puede cambiar en la relación con el afuera. Porque entender como un enemigo a todo el que critica no hace bien a la relación con el periodismo, pero tampoco ayudará en lo que pase dentro de la cancha. Tiempo hay. Es importante que también haya voluntad de sacar el pie del acelerador.
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