*Carlos Manzoni
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Una devaluación del euro puede afectar la competitividad del país en uno de sus principales mercados; la salida de capitales de América latina y la consiguiente depreciación del real también complicarían la recuperación económica local
El nuevo crujido de la economía internacional bajo el influjo del polvorín griego no alcanza los decibeles de la crisis que sacudió al mundo luego de la caída de Lehman Brothers, pero eso no significa que la Argentina quedará totalmente a salvo de los coletazos que repartirá la tormenta europea, sobre todo en lo que respecta al tipo de cambio, la balanza comercial con el Viejo Continente y la llegada de dinero fresco como parte del proceso del canje de deuda en default.
Sucede que la economía argentina, por sus propias vulnerabilidades, requiere de un contexto externo sumamente favorable, por lo que los riesgos más relevantes son una posible devaluación en Brasil y una corrección de precios agrícolas, que podrían resucitar la salida de capitales, en anticipación a una devaluación del peso, y conducir hacia un escenario de estanflación, como el que se sufrió en 2009.
Maximiliano Castillo, economista de Acmsa, consultora fundada por Javier Alvaredo, opinó que el comercio bilateral con Europa y Brasil se puede ver afectado por la depreciación del euro y el real. "La pérdida de fortaleza del euro contra el dólar afectará negativamente al tipo de cambio real multilateral, y una situación similar se observará contra el real, en la medida en que esa moneda se deprecie por efecto de la crisis".
Si bien los PIGS (el grupo de países conformado por Portugal, Irlanda, Grecia y España, cuyas iniciales en inglés forman la palabra cerdo) son el destino de sólo 4% de las exportaciones argentinas, Europa en su conjunto representa el 20% de todo lo que la Argentina comercia con el exterior. Ni qué hablar de Brasil, que es el principal socio comercial del país.
El canje de deuda es otro de los puntos por los que se comenzó a temer apenas la crisis griega empezó a transformarse en una bola de nieve y a comprometer a gran parte de Europa. Sin embargo, según señalaron los especialistas consultados por La Nacion, se estima que más de tres cuartos de los acreedores aceptarán la oferta.
"No creo que estos ruidos internacionales puedan afectar el canje, ya que no va a influir en el ánimo de los que tienen bonos de la deuda en default y lo único que quieren es olvidarse de la Argentina y sus problemas", comentó Ezequiel Ascencio, presidente de GPS Investments. "Creemos que la aceptación va a estar por encima del 75 por ciento", precisó Gustavo Ber, de la consultora Estudio Ber.
La que sí podría verse comprometida es la llegada de "fondos frescos", presentada como el segundo pilar de la operación anunciada por el ministro de Economía, Amado Boudou, en marzo pasado, y abierta formalmente el lunes último. Así lo deslizó una fuente cercana a la operación. Como parte del proceso, el Gobierno pensaba colocar entre los inversores institucionales que participaran del canje un nuevo bono por 1000 millones dólares.
"Probablemente ese bono se emita más adelante. Hoy sería díficil conseguir fondos por menos del 11% anual, y Kirchner había dicho que quería una tasa del 9%, que hoy parece imposible", confió la fuente.
En tanto, el cierre del viernes de los principales mercados del mundo coronó una semana negra. En Estados Unidos, Wall Street cerró en rojo, pero la caída fue más moderada que la del jueves. Las bolsas de Asia también volvieron a caer, aunque los peores desempeños se vieron en el Viejo Continente. Al final del día, la Bolsa de Nueva York cerró con un descenso del 1,33% en el Dow Jones de industriales, un día después del incidente que llevó a ese índice a registrar momentáneamente la mayor caída de su historia, de más de 9 por ciento. El selectivo S&P 500 bajó el 1,53% y el mercado Nasdaq descendió el 2,33%. En Europa, la caída más brusca la registró la bolsa de París, que cerró con una pérdida de 4,60%, en 3392,59 puntos, en su cuarta sesión consecutiva en baja. La Bolsa de Madrid también cayó 3,28%; Londres, 2,62%; Fráncfort, 3,27%; Milán, 3,27%, y Lisboa perdió 2,94 por ciento.
En Buenos Aires, el índice más importante de la Bolsa, el Merval, perdió 0,07 por ciento, en una jornada en la que, arrastrada por el mal clima internacional, la baja llegó hasta cerca del 3%. "Pero el tamaño del mercado de capitales aquí es tan chico que el impacto de una caída de estas características no es significante", aclaró Ascencio.
El contagio de la "epidemia europea" podría manifestarse en los países emergentes en una potencial salida de capitales extranjeros. Aunque, según explica un estudio del Royal Bank of Scotland, la vulnerabilidad dependerá de la escala de los flujos de capitales que recibieron en cada caso los emergentes: todo lo que entra puede salir, señala.
Los mercados emergentes vinieron beneficiándose de fuertes flujos de capitales desde abril de 2009. En América latina los flujos sumaron unos US$ 60.000 millones, siendo Brasil el principal destino. Pero la Argentina no fue precisamente uno de los principales destinos de esos desembolsos, por lo que no recibiría un gran golpe en ese sentido. Claro que no por las buenas razones, sino por las malas.
Por esos mismos motivos, tampoco debería preocupar por estas latitudes la decisión de los países principalmente afectados por la crisis actual (que no sólo son los PIGS, sino que también son las grandes locomotoras de Europa, que compraron la mayor parte de la deuda emitida por aquellos). "Lamentablemente, en los últimos años, nuestro país no ha sido un destino importante para la inversión extranjera directa o, si se quiere, otros países de la región son mucho más atractivos que Argentina", explicó Castillo.
¿Qué pasará con la inversión de las empresas extranjeras con filiales en el país? "Las compañías europeas ya están invirtiendo muy poco en aquí, no creo que esta crisis les cambie mucho en ese aspecto", respondió Daniel Artana, economista de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL).
¿Y qué sucederá con el precio de las materias primas? Este sí es un punto sensible para la economía local, ya que de las commodities depende el ingreso de divisas y una importante porción de la recaudación impositiva vía retenciones a la exportación. Las commodities muy básicas tienen un comportamiento un poco más digno que otras en estas crisis, pero habría que observar que sudedería si el efecto contagio llega hasta el gran comprador mundial de materias primas, que es China.
Para Ricardo Baccarin, vicepresidente de Panagrícola, las commodities vienen resistiendo porque los granos no han sido utilizados como refugios de valor. La soja, el principal cultivo del país, cuya cosecha se estima que será de 54,8 millones de toneladas este año, se cotizó a mayo en US$ 227 en el mercado local, luego de estar a US$ 240 hace 15 días, lo que no representa un gran descenso.
"Ahora, el mercado de granos está viendo con un ojo la cosecha argentina y con otro lo que pasa en los EE.UU.. Esa expectativa es lo que va a entretener un tiempo al mercado", opinó Baccarin. "Después, habrá que ver qué sigue pasando con el dólar y con Asia. Europa tiene su peso como demandante de harinas de soja, pero en ese rubro somos altamente chinodependientes", destacó.
Todo este escenario puede cambiar, si el efecto contagio es mayor de lo que se prevé, y la tormenta cobra la magnitud que tuvo el huracán de las subprimes. Para tratar de evitar eso, precisamente, los 16 jefes de estado y de gobierno de la eurozona acordaron en una cumbre extraordinaria en Bruselas un paquete de medidas destinadas a frenar la crisis de confianza que cuestionó esta semana el futuro de la moneda única. Habrá que ver, claro, si los timoneles europeos tienen la misma ductilidad que mostraron Tim Geithner, Ben Bernanke y compañía, para poner freno a la debacle financiera estadounidense.
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