Por Pedro Valci
La mañana era agitada, mucha gente y demasiadas corridas, entre la muchedumbre un niño corría abriéndose corredores entre las piernas de los adultos como si supiera cual era la ruta de se laberinto, al fin la valla de uniformes que sorteo con elegancia y de pronto ante sus ojos la inmensidad de dos figuras humanas que eran la esperanza de los pobres y hoy son sus santos guardianes, pero en ese momento del relato el niño iba con un mensaje ..” hay trabajo”…..pedía para su hermanitos y su mama.
Tan chico y tan necesitado, tan joven y tan viejo que a los catorce su mamá le regalo la libertad y desde ese momento el mundo fue su casa, en el camino las LETRAS lo atraparon, y aquel maestro jesuita le invoco la obra, aquella que solo descubrió la noche que le dijeron príncipe, tal vez por eso la MADRE TERESA, lo llamo para abrazarlo, tal vez por eso sus letras fueron parábolas, amo y fue amado pero la única mujer que siempre tuvo contra su pecho, fue una guitarra, y la que llevo en su corazón eternamente su madre. El bastón era la vara del pastor…..ahora si supe porque señalaba con él.
Conoció a todos los hombres de todas las razas, sabios y no sabios, errante y profeta fue hoy tristemente muerto atravesado por el metal ardiente de la locura de ese mundo del cual FACUNDO era su mayor mensaje de amor.
Ahora el PRINCIPE, seguramente estará con el MAESTRO, con ese que le tomo todas las pruebas, acá seguiremos sin comprender nosotros los comunes, los que nos damos cuenta tarde de que los ANGELES EXISTEN.
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